Llegó el día. El no vacunado Kyrie Irving debutó en la temporada lejos de su casa, territorio vedado para su juego. Era la noche de Irving, pero en su particular noche de Reyes se colaron invitados esperados, Kevin Durant y Domantas Sabonis, y uno inesperado, Lance Stephenson.
Cuando Stephenson saltó a la pista mediado el primer cuarto la ovación de la grada fue atronadora. Regresaba Lance a su viejo hogar, al de sus mejores horas deportivas, a la cancha del equipo para el que jugó desde 2010 hasta 2014 y en una segunda etapa en los años 2017 y 2018. Esa ovación tenía un toque nostálgico, era un guiño a un jugador repescado por el club por 10 días, un jugador que había jugado ya 2 partidos con Pacers, pero que no lo había hecho aún como local. Ese aplauso unánime encerraba pasado, pero casi nadie pensaba que era una cuestión de presente, hasta que el jugador se hizo presente de tal modo que se adueñó de la cancha, nos condujo a olvidar el debut de Irving e hizo enloquecer a los aficionados en una fiesta lisérgica en la que tiempo y espacio se deshilacharon de golpe.
Tremendo lo que hizo Stephenson en el primer cuarto: ¡20 puntos en 6 minutos, con 8 de 9 en el tiro de campo y 4 de 5 desde el triple, incluido uno sobre la bocina del primer período! Había que frotarse los ojos. Stephenson estaba en éxtasis, los jugadores de Pacers se mostraban festivos en la banda y el público alucinaba.
No lo hizo mal Stephenson en el resto del partido, pero ni su actuación (30 puntos y 5 asistencias) ni la maravillosa noche de Domantas Sabonis (32 puntos, 12 rebotes, 10 asistencias y 10 de 14 en el tiro de campo) pudieron evitar la sexta derrota consecutiva de unos Pacers que llegaron a dominar por 19 puntos (81-62) en el tercer cuarto.
Brooklyn estaba con casi todos sus hombres importantes y a Indiana le faltaban Brogdon, LeVert, Duarte... y eso a la postre se notó, como se notó que Nets empezó a ganar el partido cuando empezó a defender tras encajar 73 puntos al descanso y 101 en los tres primeros cuartos. El último episodio, los últimos 12 minutos: 20-35. Otra historia.
Ganaron los Nets 121-129 con otra actuación portentosa de Kevin Durant, un jugador infinitivo, un tipo que aúna como casi nadie la estética y la eficacia, la productividad y la belleza ejecutiva. Se fue el imparable Durant a 39 puntos, 8 rebotes, 7 asistencias y 15 de 24 en el tiro.
Irving, mientras, empezó mal, con un primer cuarto a cero, se espabiló en los primeros minutos del segundo cuarto y estuvo donde tenía que estar en la definición. Un 2+1 asombroso con Sabonis anotando de espaldas al aro puso el 113-116 a 3:54 del final. Y entonces surgió el genio de Irving. Fueron 5 puntos suyos consecutivos los que abrieron un parcial de 2-11 que definió el partido. Acabó el hijo pródigo (aunque solo pueda jugar fuera de casa) con 22 puntos en 32 minutos. No está mal para empezar.
James Harden se resintió en el nuevo reparto de tareas en el equipo con la vuelta de Irving, y se quedó en 18 puntos y 6 asistencias, mientras que LaMarcus Aldridge metió 13 puntos en 16 minutos de juego.
Las bajas de Nets eran cuantiosas pero de mucho menor calado que las de Pacers. Eso sí, minutadas para Durant (41 minutos), Harden (40) y Patty Mills (35).
Brooklyn venía de perder 3 partidos consecutivos, todos en casa: ante Sixers, Clippers y Grizzlies. Perder ante Indiana, como estuvo a punto de hacerlo, hubiera sido una muy mala señal. Terminó el equipo con un 56,3% en el tiro de campo a pesar de su horrible 5 de 21 desde el triple. Controló las pérdidas Brooklyn y supo reaccionar a tiempo.
Indiana, con Carlisle en la banda, hizo un gran partido hasta bien entrado el tercer cuarto, pero ya se sabe la incapacidad de este equipo para definir los encuentros en finales apretados.
Destacar, además de a Sabonis y Stephenson, a Keifer Sykes (18 puntos) y en menor medida a Myles Turner (14 puntos y 5 tapones). Todo insufiente, eso sí, para salir del pozo en el que está un equipo que a principio de temporada parecía llamado a hacerlo mucho mejor de lo que lo está haciendo.