Parecía que el partido empezaba a ser intrascendente. Nets dominaba 52-27 a Pelicans mediado el segundo cuarto, pero entonces ocurrió la desgracia en forma de lesión de Kevin Durant. Fue un auténtico infortunio, más aún visto cómo sucedió.
El visitante Herb Jones avanzaba botando, chocó con Bruce Brown y este, en efecto dominó, cayó sobre la rodilla izquierda de su compañero. Quedaban 5:44 para alcanzar el descanso.
Durant no cayó al suelo en ningún momento. Permaneció de pie, caminó lentamente, se palpó la rodilla y poco después de la acción, con el juego aún detenido, solicitó el cambio y se fue a vestuarios para no volver al partido. Su noche quedó reducida a 12 minutos en los que anotó 12 puntos.
Luego, el alero estelar de los Nets se marchó del Barclays Center cuando se estaba jugando el último cuarto, según información de ESPN, y lo hizo sin muletas, pero cojeando.
Todos, jugador y equipo, esperan que la lesión no sea grave, pero no las tienen todas consigo. Durant se someterá este domingo a una resonancia magnética que servirá para conocer el alcance real de su lesión.
Volvió Durant de una lesión de Aquiles de un modo como jamás se ha visto en la NBA, al mismo nivel que antes, como si nunca se hubiera ido. Pero aquella fue una lesión distinta. Esta, localizada en la rodilla izquierda, tiene un antecedente, cuando se lesionó esa misma rodilla estando con Warriors al caerle también un compañero encima, en aquella ocasión fue Zaza Pachulia. No fue grave. Durant tuvo que estar entonces un mes de baja.
El partido lo ganó 120-105 Brooklyn con 27 puntos, 15 asistencias y 8 rebotes de James Harden. Pero eso es lo de menos. Ahora, todos están pendientes de la rodilla de Durant.