Se veía venir. La teoría resultaba de lo más simple: si Lakers había rendido tan mal ante equipos sin pedigrí alguno, ¿qué pasaría cuando se topase con alguna plantilla bien armada? Y pasó lo que parecía que tenía que pasar: impotencia total ante Chicago Bulls.
Chicago ganó con total comodidad en el Staples (103-121), pero lo peor para Lakers es que dio la sensación de que no hizo más daño porque no necesitó hacer más daño.
Lakers volvió a las andadas al firmar un muy mal tercer cuarto que le condenó definitivamente, más aún cuando a 2:20 de su conclusión y yendo ya 20 puntos abajo (66-86) fue expulsado Anthony Davis.
Los locales llegaron a perder por 25 puntos en ese tercer cuarto fatídico y terminaron encajando 37 puntos, volviendo a demostrar que si hay una asignatura pendiente con mayúsculas muy grandes para este equipo es la defensa, una parte del juego en la que estos Lakers ni siquiera han empezado a rendir en su exigencia mínima.
El equipo de Frank Vogel, que de seguir así corre el riesgo de convertirse en una preocupante parodia, se olvidó otra vez de defender, estuvo muy impreciso desde el triple (6 de 32) y perdió 17 balones. El último cuarto, de hecho, fue un mero trámite que solo sirvió para prolongar el mal trago local.
Chicago es otra cosa. Aun estando sin Nikola Vucevic, este equipo huele a presente, tal y como ha demostrado en su doble función en L.A. El Staples Center ha sido testigo de los triunfos de Bulls ante Clippers y Lakers con sendas exhibiciones de primer orden del angelino DeMar DeRozan, que le hizo 35 puntos a Clippers y hoy le ha endosado 38 a Lakers. Mensaje para todos aquellos que siempre le han infravalorado. Está jugando de cine.
DeRozan (38 puntos y 6 asistencias, con 15 de 23 en el tiro) sentó cátedra ante Lakers y fue la punta de lanza de un equipo que cumplió los pronósticos, porque los pronósticos del ahora son bien distintos a los pronósticos del ayer, cuando la liga aún no había arrancado. El equipo de Billy Donovan sobrevive a sus problemas de lesiones de sus hombres interiores y está ya con marca de 10-4.
Un ex Laker, Lonzo Ball, se lo pasó en grande en su antigua cancha, mostrando un juego realmente soberbio. Sumó 27 puntos, su mejor anotación con Bulls, 7 rebotes y 8 asistencias, con 7 triples anotados de 10 intentos, y lo mejor fue su modo siempre adecuado de leer el juego.
A ellos se sumó Zach LaVine (26 puntos y 6 triples). Para formar un trío estelar.
Chicago puso como titular a otro ex de Laker, Alex Caruso, que fue aplaudido por su antigua afición, jugó 34 minutos, no anotó, pero se permitió el lujo de hacer un +28 con los suyos mientras estuvo en cancha.
Además, buen partido desde la segunda unidad de Derrick Jones Jr. y debut en la temporada volviendo de su lesión de Coby White, al que se vio muy lejos de su punto ideal.
Terminó Chicago con un 55,1% en el tiro de campo y anotando 15 triples con un 44,1% ante un defensa rival convertida por momentos en una farsa.
Lakers (8-7 ahora) volvió a usar en demasía a Avery Bradley (18 minutos parecen excesivos para lo que está aportando) y sufrió un día muy malo de la segunda unidad, con Ellington y Monk recogiendo cable para irse a un 2 de 11 en el tiro y con Rondo y Howard haciendo muy poco por la causa común.
Lo mejor de Lakers... Talen Horton-Tucker, que hizo su mejor anotación personal en la NBA con 28 puntos, y la muy buena primera parte de Russell Westbrook, que acabó el partido con 25 puntos y 8 asistencias, exhibiendo eso sí su mala mano desde el triple (0 de 6). Anthony Davis hizo 20 puntos en los 28 minutos que jugó antes de ser expulsado.
En definitiva, el partido corroboró tendencias. La de Chicago Bulls es la de un equipo al alza que parece llamado a hacer cosas interesantes y que ha conseguido ensamblar con rapidez sus nuevas piezas; la de Los Angeles Lakers a día de hoy es la de una escuadra sin rumbo que está a años luz de un acoplamiento de sus demasiadas piezas nuevas y que necesita despertar pronto si no quiere seguir ofreciendo la mala imagen actual.