El Sixers-Nets venía precedido de una doble polémica que afecta a ambos equipos: las ausencias de Ben Simmons y Kyrie Irving. Además, Joel Embiid jugó con dolor en una rodilla, y se notó que no estaba en las mejores condiciones. El que no falló y dictó sentencia fue Kevin Durant, el hombre milagro que no cesa.
Durant sigue sentando cátedra y a esa cátedra tras Aquiles se sumó LaMarcus Aldridge emergiendo de la nada. En realidad, son dos resurrecciones felices para los Nets. Porque de Aldridge ya nada se esperaba cuando anunció su retirada por problemas cardíacos. Los dos, Durant y Aldridge, fueron los verdugos de unos Sixers que dominaron todo el partido para hundirse miserablemente al final.
Del 108-98 a 5 minutos y medio del final al 109-114 definitivo. ¡Parcial de 1-16 en esos 5 minutos y medio en los que Philadelphia no se llevó a la boca una sola canasta en juego! Y es que el final de los locales fue un canto al delirio, un despropósito sin igual.
Brooklyn había ido por detrás en el marcador todo el partido. Su primera ventaja en el luminoso llegó a 48,2 segundos del final, cuando un 2+1 de Aldridge puso el 108-109 en el marcador.
El mejor ejemplo del desatino increíble de los locales en el final del partido vino de la mano de Danny Green, que empezó el partido tan bien como tan mal lo terminó. Autor Green de... ¡3 airballs en la definición del partido! Pero no fue el único culpable de la derrota, ni mucho menos. A los airballs repetidos de Green le siguió una buena jugada en defensa del propio Green en la que pareció sacar la falta en ataque de Durant. Los árbitros pitaron falta del defensor y los Sixers ni siquiera se molestaron en pedir la revisión a pesar de que se lo estaban jugando todo. La siguiente jugada fue el citado 2+1 que puso a los Nets por delante en el marcador por primera vez. Del día a la noche.
Además, en la recta final del partido Seth Curry erró un tiro libre, algo poco común en él, y Matisse Thybulle regaló incomprensiblemente un balón a James Harden en un saque de fondo. Desde luego, la forma de definir el partido por parte de los Sixers resultó indescriptible. Y fue una pena para los locales, porque el equipo de Doc Rivers firmó un buen encuentro hasta que perdió pie.
Los Nets son diferentes, pueden ganar en las condiciones más adversas, incluso sin Irving. Tienen una plantilla para aburrir y en cualquier momento sacan a relucir su calidad. Eso sí, por encima de todos un imperial Durant, siempre Durant.
El alero ya había firmado un triple-doble en el tercer cuarto. Terminó el partido con 29 puntos, 15 rebotes y 12 asistencias. Brooklyn, que dominó el rebote y tuvo un mayor aporte de su segunda unidad que la de Sixers, tuvo a LaMarcus Aldridge como si hubiera rejuvenecido de golpe: 23 puntos en 23 minutos con 10 de 12 en el tiro, y 5 puntos decisivos en el minuto final del encuentro. James Harden sumó 20 puntos y 8 asistencias, Joe Harris hizo 14 tantos, Patty Mills volvió a funcionar desde la suplencia y Paul Millsap mejoró prestaciones.
En los Sixers, 23 puntos de Tobias Harris, otros 23 con 4 triples sin fallo de Seth Curry, 19 puntos, 8 rebotes y 4 tapones de un Embiid limitado que llegó a irse a vestuarios 54 segundos antes de llegar el partido al descanso, y 15 puntos del joven Maxey.
Todo ello con el revoloteo imaginario por la pista de los ausentes Irving y Simmons, un lujo que la NBA no se puede dar.