Hay jugadores que han nacido para jugar bajo presión. Trae Young es uno de ellos. Hoy, en su debut como jugador de playoff, la estrella de los Hawks ha silenciado al Madison, como si se hubiera encarnado en Reggie Miller. Absorto, en la banda, apesadumbrado, el eterno Spike Lee.
Domingo, 23 de mayo de 2021, el día señalado: regreso de los Knicks a los playoffs tras 8 años de espera. El Madison Square Garden de gala para la ocasión pese a estar todavía en pandemia. Algo más de 15.000 espectadores poblando sus gradas y vociferando como en los grandes días, y en la banda, vestido para la ocasión, Spike Lee, el alter ego de Jack Nicholson en la costa Este de Estados Unidos, el aficionado bocazas y fiel, el sexto jugador sin bola de los Knicks.
El pabellón era una fiesta. Alec Burks se había calentado definitivamente en el último cuarto y 5 puntos suyos, un triple desde la esquina y un tiro liberado de 2 gracias a una muy buena finta, habían puesto a los Knicks por delante 103-100 a 1:11 del final. La grada bullía, Spike Lee bailaba y la felicidad parecía trascender más allá de la instalación deportiva. Pero llegaron los Hawks y lo echaron todo a perder, decididos como estaban a vivir su propia fiesta, la fiesta a la que tenían derecho tras su también particular espera.
La primera piedra la puso Bogdan Bogdanovic. El serbio está acostumbrado a la presión de los grandes partidos y a la lucha por los grandes títulos, nadie le va a descubrir a estas alturas lo que es la tensión de un juego grande. Y el bueno de Bogdanovic anotó un triple afortunado, no por el tiro, que fue perfecto, sino porque el balón le llegó de rebote tras golpear al local RJ Barrett. Era el 103-103 a 55 segundos del final.
La segunda piedra la puso Trae Young, que había sentido durante toda la noche la hostilidad de la grada. Dos tiros libres tras falta de Barrett que fue revisada a través del vídeo. No le tembló el pulso: los dos lanzamientos entraron limpios para el 103-105 con 27,8 segundos por jugar.
La tercera piedra llegó de nuevo de la mano de Young, que había visto cómo Knicks había empatado a 105 a 9,8 segundos del final con una canasta de Derrick Rose que estuvo precedida por un horrible triple-pedrada de Julius Randle, mal partido el suyo, de un rebote salvador de Taj Gibson y de una muy linda y paciente circulación de balón que terminó en manos de Rose para anotar. Pero Young tenía otros planes.
Restaban esos 9,8 segundos, el resultado era 105-105 y Atlanta había solicitado tiempo muerto. Balón de banda, bola a manos de Young, este ataca desde su propio campo, supera la marca de Ntilikina, no se deja impresionar lo más mínimo cuando le sale al paso Randle y termina anotando una bella canasta cuando solo restaban 9 décimas de segundo para acabar el partido. Es el 105-107 definitivo anotado en el último segundo. Y Young estalla, pone su dedo en la boca, manda silenciar a la grada, se arrebata en un gesto algo chulesco, se eleva por encima de la cancha, metafóricamente hablando, como si levitara; está en una nube ganadora. Se va hacia los suyos y Bogdanovic, el jugador que edificó la primera piedra del triunfo, le abraza.
Atlanta golpea primero y arrebata a los Knicks el factor cancha. Young, el jugador del partido, termina con 32 puntos, 7 rebotes, 10 asistencias y solo 2 pérdidas de balón. Anota 13 puntos en el cuarto final, bien apoyado por los 9 de Bogdanovic, que acaba con 18 puntos y 4 triples y por el buen quehacer de Lou Williams en la recta final para sumar 13 puntos en 13 minutos.
Además, 12 puntos y 7 rebotes de John Collins y 9 puntos y 13 capturas en los aros de Clint Capela.
Los Knicks quedan desolados. El partido empezó de forma dura para ellos, anotando solo 16 puntos en un primer cuarto que terminaron con 7 de 26 en el tiro de campo y 1 de 8 desde el triple tras solo sumar una asistencia. Un desastre. Pero poco a poco le van pillando el gusto a la postemporada recién estrenada y se van al descanso perdiendo 50-52, con otra imagen ofensiva gracias a su segunda unidad (el tercer cuarto llevaría a los Knicks a reivindicar su exitosa vertiente defensiva).
La segunda unidad local fue una bendición. Tremedos los suplentes de los Knicks. Al final del partido: ¡64 puntos de la segunda unidad del equipo con 27 puntos del encendido Alec Burks y 17 más 5 asistencias de Derrick Rose, los dos jugadores que al final del partido mantuvieron al equipo en pos del triunfo!
Los titulares, decepcionantes, empezando por Julius Randle. Noche para olvidar de Randle. El All-Star de nuevo cuño firmó 15 puntos y 12 rebotes, pero con un lamentable 6 de 24 en el tiro de campo. Barrett estuvo también en el doble-doble, pero tirando sin brillo y Bullock tuvo una noche aciaga.
Al final, victoria de Atlanta, que solo perdió 6 balones, triunfo para arruinar el regreso de los Knicks a playoffs, éxito que abre el camino hacia un éxito mayor.