Se acabó la fiesta en el Madison. Se apagaron las luces y la luz que queda en la retina del duelo Knicks-Hawks no es otra que la de Trae Young, que salió triunfal de su bestial enfrentamiento emocional con la afición de los Knicks.
Victoria por 89-103 para imponerse 4-1 (en realidad, 1-4). El factor cancha ninguneado. Aplausos finales para el equipo local más por su fenomenal temporada que por su muy corto desempeño en playoffs. Y enésimos abucheos para Trae Young cuando con el partido ya resuelto metió un triplazo brutal en el último minuto de juego e hizo una reverencia desde la pista a la grada. Un gesto tal vez innecesario, pero un gesto que condensa la áspera relación que ha existido entre la afición de Knicks y la estrella rival.
Más allá de esa áspera relación, los números no engañan: el debutante Trae Young fue mucho más que el debutante Julius Randle. Y esa fue una de las grandes claves de la eliminatoria, sin olvidar que hoy por hoy la plantilla de Hawks es mejor que la de Knicks.
Young sumó en el último partido 36 puntos y 9 asistencias y se va de la serie con medias de 29,2 puntos y 9,8 pases de canasta; Randle hizo esta vez 23 puntos y 13 rebotes, pero de nuevo no llegó al 50% en el tiro y perdió nada menos que 8 balones, yéndose de este duelo con medias de 18 puntos y 11,6 rebotes, ¡pero con un paupérrimo 29,8% en el tiro de campo y 4,6 balones perdidos!
El último juego del lote se desarrolló como se tiene que desarrollar un partido de playoff que enfrenta a Tom Thibodeau contra Nate McMillan. Lo normal, defensa, mucha defensa, tremenda defensa, y pocos artificios, nulo juego creativo, escasas aportaciones felices a los ojos de los espectadores.
Eso sí, mucha tensión desde el principio, mucho físico, mucha intensidad no siempre bien entendida. Cuando finalizaba el primer cuarto, primera trifulca entre jugadores; a 3:24 del descanso Taj Gibson empuja a De'Andre Hunter y nuevo lío; al final de la primera parte, con el juego ya acabado, se enfrascan en una disputa Solomon Hill y Nerlens Noel, y nuevo desaguisado en la pista con muchos brazos intentando poner paz...
Hawks alcanzó el descanso ganando 47-52 pese a su 3 de 17 desde el triple, pero fue en el tercer cuarto cuando puso las bases de su éxito al colocarse con 16 puntos de ventaja y terminar el cuarto con un 62-74 a su favor.
El último cuarto fue el coto del señor Young, que metió tantos puntos en él, 18, como llevaba al final del tercer cuarto, 18. Los visitantes llegaron a ponerse 19 arriba para silenciar definitivamente al Madison, tan bullicioso durante toda la eliminatoria, Young perdió un balón tontísimo por una confianza exagerada y más tarde metió ese triple con dedicatoria para cerrar su gran noche.
Pero, en realidad, Knicks ya había cedido el partido con su infinito atasco ofensivo, que en el tercer cuarto se tradujo con un 5 de 18 en el tiro y 5 pérdidas de balón. La defensa de Atlanta se movió siempre a un gran nivel.
Además de Young, Hawks contó con 15 puntos de De'Andre Hunter, 14 puntos y 15 rebotes de un gran Clint Capela y 13 puntos y 7 rebotes de John Collins, y se permitió el lujo de ganar con un discreto partido ofensivo de Bogdanovic y un 0 de 7 en el tiro de Gallinari, funcionando solo en la segunda unidad Huerter.
Knicks vio cómo se apagó la estrella de Derrick Rose. Demasiada exigencia física para su cuerpo, aunque hay que decirlo: fantásticos sus playoffs. Una gran alegría para todos.
Los locales estuvieron por debajo del 40% en el tiro y tuvieron a Barrett con 17 puntos y a Bullock con 4 triples. Brilló el novato Quickley en los minutos que le dio Thibodeau, que lo utilizó muy tarde, cuando andaba ya a la desesperada.
Los Knicks se despiden de un gran año y los Hawks se medirán a partir del domingo a los Sixers.