Danny Granger está de vuelta. El considerado jugador franquicia de Indiana Pacers jugó anoche ante los Pistons después de permanecer durante 9 meses en el dique seco. El de anoche, fue, por lo tanto, su debut en la presente temporada. A Granger se le vio, lógicamente, fuera de sitio.
Erró sus primeros 8 lanzamientos y conectó por fin el primero ya en el cuarto cuarto. Acabó el alero con una serie de 1 de 10 en el lanzamiento tras permanecer en la pista durante 19 minutos. Aún así, lo importante fue que volvió a jugar un encuentro y que su equipo no le necesitó para ganar cómodamente en The Palace of Auburn Hills.
Granger se lesionó la rodilla izquierda en el mes de mayo, en el transcurso de la serie de Semifinales de la Conferencia Este que enfrentó a Indiana contra Miami, que a la postre se llevarían el anillo. Se dañó los tendones rotulianos.
Desde entonces, el alero formado en la Universidad de New Mexico ha estado recuperándose. En noviembre, fue intervenido y, entonces, Indiana ya estimó en 3 meses más la recuperación de Granger, tiempo que se ha cumplido escrupulosamente.
Lo bueno para el jugador es que se incorpora justo en el mejor momento de su equipo, que es 2º en el Este, lo que le permitirá ir adaptándose poco a poco al ritmo de juego, sin prisas. Ése fue, precisamente, su mayor lastre anoche, su falta de ritmo, tal y como reconoció su entrenador, Frank Vogel, a la finalización del encuentro: "Estuvo falto de ritmo, pero eso era lo que esperábamos", reconoció.
A sus 29 años, Granger debería estar en la plenitud de su juego, pero a cambio se halla en plena reconstrucción, intentando recuperar el nivel que le llevó a promediar en las temporadas 2008-2009 y 2009-2010 nada menos que 25,8 y 24,1 puntos por partido. Ahora, además de la falta de continuidad que ha tenido por culpa de las lesiones, se une otra dificultad para volver a ser el jugador franquicia de los Pacers: el enorme auge en su misma posición de juego del joven y talentoso Paul George.