La tendencia imparable: 6 partidos y 6 victorias locales. Dallas Mavericks sostuvo un escenario en el que el visitante está abocado no solo a la derrota, sino también a no tener opciones reales de triunfo. Los texanos vapulearon a Phoenix Suns para forzar el séptimo juego.
Dallas puso tierra de por medio en el segundo cuarto (máxima ventaja de 17 puntos y 60-45 al descanso) y remató a su rival en el tercero hasta terminarlo con un abultado 94-72 tras acumular en los primeros 36 minutos 14 triples por solo 4 de Phoenix y un balance de 12 robos y solo 2 pérdidas de balón por el 0-15 de unos Suns irreconocibles.
El último cuarto no representó peligro alguno para los Mavs, que terminaron el partido ganando por 27 puntos (113-86) tras ver cómo Monty Williams retiraba a sus titulares a 4:01 del final y cómo Jason Kidd sacaba de la pista a Luka Doncic faltando 3:43 ante una atronadora ovación procedente de la grada.
Doncic volvió a ser un 'killer' sin sentido alguno de la misericordia, con ese fulgor interior tan de la vieja escuela yugoslava, ese fuego competitivo llevado al extremo y que más de una vez saca de quicio al rival. Partido a vida o muerte, y el esloveno en su salsa: 33 puntos, 11 rebotes, 8 asistencias, 4 robos de balón, solo 1 pérdida y dos mates en el tercer cuarto para poner 20 arriba a los suyos. Máxima vitalidad, ambición sin límites.
Jalen Brunson, mientras, formalizó en la pista un nuevo episodio de lo que ha de llevarle a un lucrativo mercado estival. El base zurdo volvió a exhibir calidad técnica, arrojo e intuición en la pista para irse hasta los 18 puntos.
Pero los dos elementos diferenciales radicaron en la irrupción ofensiva de dos jugadores que hasta la fecha se habían mostrado nulos en ataque: Reggie Bullock y Spencer Dinwiddie. Bullock hizo un partido memorable, añadiendo a su espectacular trabajo defensivo 19 puntos. Metió 5 triples, capturó 7 rebotes y robó 2 balones en 40 minutos para enmarcar. Y Dinwiddie firmó 15 puntos en 21 minutos tras meter 5 triples de 7 intentos.
Dwight Powell y Frank Ntilikina tuvieron más minutos y Dorian Finney-Smith vio reducidos los suyos a partir de las faltas.
Dallas se esmeró en defensa dejando a Phoenix por debajo del 40% en el tiro y con solo 86 puntos. Muy bueno el trabajo atrás del equipo de Kidd, mostrándose muy agresivo en las ayudas y en la presión sobre el balón, y anulando otra vez la dimensión especial que Chris Paul tiene en el juego.
Los Mavs solo perdieron 6 balones por los 22 extraviados por unos Suns desbordados que en su peor momento del partido dieron algún golpe de más sobrepasados por la derrota.
Estos Mavs han llegado mucho más lejos de lo que cabía imaginar. Y hay motivos para alabar su matriz competitiva, su capacidad para llegar más allá de lo que indica su plantel. Sin ir más lejos, la de hoy es su décima reacción consecutiva esta temporada consistente en ganar un partido tras perder el anterior por 20 o más puntos. Un signo inequívoco de fortaleza mental.
Phoenix hizo daño cerca de aro con Deandre Ayton aprovechando los muchos minutos en los que Dallas juega con Maxi Kleber como única referencia interior. El bahameño firmó 21 puntos y 11 rebotes.
Devin Booker se fue con 19 puntos y 8 rebotes, pero con 6 de 17 en el tiro y sin triples anotados. Y Chris Paul volvió a flojear, perdiendo más balones, 5, que asistencias en su haber, 4. Desde que cumplió los 37 años ha encadenado 3 partidos grises.
Además, esta vez Mikal Bridges y Cam Johnson no contribuyeron en ataque.
Monty Williams redujo la presencia en pista de Cameron Payne a solo 4 minutos y antepuso en la rotación a Bismack Biyombo dejando fuera a JaVale McGee.
La eliminatoria queda 3-3. El domingo, el desenlace. Si se cumple la máxima consistente en victoria local, el duelo es de los Suns, pero lo cierto es que un séptimo partido puede derivar en escenarios inesperados.