Phoenix Suns dominó a los Mavericks de principio a fin. Desde el 9-0 inicial hasta el 121-114 final pasando por una máxima ventaja de 21 puntos jugándose ya el último cuarto. Pero esa superioridad se vio menguada por la resistencia numantina de unos Mavs que lucharon hasta el final.
Los 48 minutos de juego estuvo por delante Phoenix en el marcador. Fue un duelo de un equipo al completo contra unos Mavericks que solo tuvieron en ataque a dos jugadores, Luka Doncic y Maxi Kleber, durante buena parte del encuentro, solo sumándose al final a la fiesta Dorian Finney-Smith y Jalen Brunson, cuando ya era demasiado tarde.
Lo cierto es que Phoenix dominó el partido con un Deandre Ayton que hizo mucho daño al equipo rival (25 puntos, 8 rebotes y un 60% en el tiro de campo) y un Devin Booker que empezó como un tiro y se fue al final hasta 23 tantos, 9 rebotes y 8 asistencias, pero con 7 de 20 en el lanzamiento de campo.
Chris Paul metió 19 puntos, solo dio 3 asistencias y salió a la luz en los momentos importantes y Cam Johnson hizo un excelente partido en los dos lados de la cancha y sumó 17 puntos. También llegaron a la decena anotadora Mikal Bridges y Jae Crowder, que además tuvieron mucho peso en la defensiva local, tal y como es habitual.
Al otro lado, despliegue físico de primer nivel de Luka Doncic, más allá de su habitual despliegue técnico. El esloveno se enfrentó a Bridges como defensor primario, uno de los mejores defensores de la NBA, recibió una patada en las gónadas por parte de Crowder (flagrante 1) en el segundo cuarto y bajo ninguna circunstancia adversa se amilanó hasta terminar con 45 puntos, 12 rebotes, 8 asistencias y un 50% en el tiro (15 de 30), además de forzar 14 libres. Enorme el esloveno.
El otro gran jugador de Dallas fue Kleber, que sumó 19 puntos en 25 minutos tras meter 5 triples, todos en la primera mitad. Un Kleber que protagonizó la jugada escalofriante de la noche cuando cayó de espaldas tras un mate y se dio un gople tremendo que hizo temer lo peor. Afortunadamente no pasó a mayores. Se jugaba el último cuarto.
Phoenix arrancó el partido con un 22-7 y se impuso en el primer cuarto 35-25 merced a su tremenda agresividad y despliegue físico, un despliegue que permitieron especialmente los árbitros al pitar solo 2 faltas (en realidad una, porque la otra fue intencionada) a Phoenix en los primeros 12 minutos por las 7 señaladas a Dallas, un criterio inadmisible que después cambiaron radicalmente al comprobar la escabechina que habían hecho en el primer cuarto, incluyendo los problemas de faltas de Reggie Bullock y Jalen Brunson -los de este persistieron en el segundo cuarto-.
Más allá de esa permisividad inicial, Phoenix fue superior a Dallas durante casi todo el partido.
Los de Monty Williams, que dominaron durante toda la noche el rebote, vieron cómo Dallas acortaba hasta el 51-47 en el segundo cuarto, pero el partido llegó al descanso con un cómodo 69-56 para Suns, que presentaba por entonces unos porcentajes de ensueño y sumaba 17 asistencias por solo 4 pérdidas de balón.
Dallas iba todo el rato a remolque, pero no se rendía. Bridges le ponía un monumental tapón a Bullock cuando buscaba el triple, Crowder cometía su cuarta falta de forma muy tonta mediado el tercer cuarto, Ayton seguía abusando en las cercanías del aro y con el tiro de rango medio y Phoenix acababa el cuarto ganando 96-79. La defensa de los Mavs no podía ante un ataque fluido y preciso de los Suns.
Y en el inicio del último cuarto los locales se marcharon hasta los 21 puntos de ventaja (106-85). Era el momento álgido de Phoenix, con JaVale McGee robando un balón a media pista a Doncic y haciendo un mate al contraataque para deleite de la afición local. Pero fue a partir de ahí cuando hubo una especie de relajación de Phoenix, mientras que Dallas no bajaba su tensión competitiva hasta hacer un parcial de 7-22 y ponerse 113-107 a 53,4 segundos del final con un mate de Doncic.
Phoenix capeó el temporal final gracias a su perfección desde el tiro libre, una perfección que le hizo acabar el partido con un 18 de 18 y que le permitió no pasar apuros reales en los segundos finales.