Los Lakers viven en el filo, y en ese filo ocurren historias extrañas. Por ejemplo, ganar a los Knicks gracias a una canasta salvadora de Wes Matthews en el final del último cuarto y a un triple ganador de Talen Horton-Tucker en la prórroga.
Estos Lakers sufridores han sobrevivido hoy gracias a dos jugadores, Matthews y Horton-Tucker, en los que a principio de temporada nadie hubiera reparado porque con la rica y nutrida plantilla de los Lakers eran fondo de armario.
La vida da muchas vueltas, y esas dos acciones resueltas por Matthews y Horton-Tucker le dan vida aún a los Lakers, que todavía pueden evitar el play-in, y aplazan la clasificación para playoffs de los Knicks, que hoy han tenido dos jugadas, la última del cuarto cuarto y la última de la prórroga para sellar su pase a la postemporada, pero ni acertó primero Julius Randle ni lo hizo después RJ Barrett, al que se le nubló la vista cuando se vio con el balón en las manos, 101-99 en el marcador y la posibilidad de hacer algo importante. Dos malos desenlaces que dejaron apesadumbrado a Spike Lee, que se quedó en la banda sin fiesta (no olvidemos que los Knicks llevan casi una década sin pisar unos playoffs).
Se quedan por ahora los Knicks aguardando su particular alirón, a pesar de la manera fantástica en la que tiraron del equipo Julius Randle, que ganó su duelo con Anthony Davis, y Derrick Rose, que está en un formidable estado de forma, algo que ha de alegrar a cualquier aficionado al baloncesto.
Lakers sobrevivió a las bajas de LeBron James y Dennis Schröder, y a la retirada del partido de manera prematura (solo jugó 7 minutos) de Alex Caruso -dolor en un pie-, lo que encareció aún más los problemas del equipo a la hora de manejar el juego de forma organizada.
Esa organización del partido recayó durante muchos minutos en la figura de Horton-Tucker, que convengamos en que es un buen jugador, pero, hoy por hoy, está a años luz de ser un buen base. Horton-Tucker hizo lo que pudo, que a veces estuvo muy bien (10 asistencias) y otras veces muy mal (7 pérdidas), pero lo más asombroso fue ver cómo Lakers dejó la ofensiva en los 5 minutos del tiempo extra enteramente en las manos del joven jugador. A todas luces parecía un suicidio, pero al final resultó que ese modo extraño de maniobrar, provocado en gran parte por la gran defensa de Knicks, dio la vida a los angelinos.
El resultado del partido, 101-99 tras 53 minutos de juego, lo dice todo, y aún más significativo es el 36-35 de la segunda parte. Fue este un encuentro, como se presumía, físico, exigente, con excelentes defensas por ambos bandos y con ofensivas agónicas que casi siempre parecían ir por detrás de las defensas, un partido en el que Marc Gasol jugó 17 minutos -no tiró canasta, 3 rebotes y 4 asistencias- y en el que la presencia de Montrezl Harrell se limitó a 5 minutos. Su estrella parece apagarse.
Lakers contó con un excelente Kyle Kuzma en la primera parte, aunque luego se diluyera. Metió el alero 23 puntos y fue el máximo anotador de su equipo.
Esta vez, Anthony Davis no fue el eje vertebrador de los Lakers, aunque su trabajo defensivo resultó espectacular. Eso sí, en ataque se le vio cansado según avanzaba el partido, algo normal teniendo en cuenta cómo se exprimió en los dos anteriores partidos, encuentros de una exigencia tal que le dejaron exhausto. Hoy, 20 puntos con 8 de 23 en el tiro. En la prórroga se le vio ya para pocos trotes en ataque.
Pero más allá de Kuzma y Davis, el signo distintivo de los Lakers, además de su enorme trabajo en la retaguardia, vino de la mano de Andre Drummond, que por fin rindió a un nivel acorde al que se espera de él (16 puntos y 18 rebotes), y Horton-Tucker, que acabó con 13 puntos y 10 asistencias y que, y esto es lo más importante, metió 8 puntos en la prórroga, incluido el triple que puso el 101-99 a 20,3 segundos del final, además de resultar crucial en la defensa de la última jugada.
El ataque de los Knicks para ganar en el tiempo extra fue aparatosamente horrible. Nadie tomó el mando, Lakers defendió de cine y la bola le llegó al menos indicado, a un Barrett que había tenido una noche nefasta en el tiro, un Barrett que no supo qué hacer con la bola y que falló un triple imposible para acabar la noche con 2 de 13 en campo y 0 de 7 en triples.
Antes, New York tuvo el partido en su mano. Ganaba 89-91 cuando Kentavious Caldwell-Pope erró un triple esencial y Wesley Matthews capturó el rebote ofensivo y anotó el 91-91 a 3,1 segundos del final para llevar el partido a la prórroga.
De nada sirvieron al final los 31 puntos, 8 rebotes y 5 asistencias de Randle ni los 27 puntos, 6 rebotes, 6 asistencias y 3 robos de Rose, que está con físico para lanzar 22 tiros en un partido y aguantar a todo trapo 39 minutos en la pista.
Además de ellos, destacar el trabajo defensivo de Reggie Bullock, Taj Gibson, Nerlens Noel y Frank Ntilikina. Todos ellos se dejaron cuerpo y el alma en la pista para sobrellevar las bajas de Burks y del novato Quickley.
Ahora, Knicks, Hawks y Heat están empatados con marca de 38-31. Y los neoyorquinos están a un paso de su particular proeza.
Lakers, que dominó el rebote y lanzó bien de 3, presiona ahora a Dallas Mavericks, que no se puede descuidar. Evitar el play-in aún es posible, y en unas horas regresará al juego LeBron James.