Los dos equipos se jugaban mucho y el partido se amoldó a esa tensión competitiva. Nada de anotaciones alocadas y defensas mirando para otro lado. El Blazers-Lakers, por su trascendencia, tenía a priori más una naturaleza de partido de playoff puro y duro que de un juego rutinario de competencia regular, y cumplió con esa premisa.
Victoria importantísima para Portland que deja a los Lakers en puesto de play-in y contra las cuerdas, porque ha sido una doble victoria. Por una parte, Blazers se pone sexto con 38-29 dejando a Lakers séptimo con 37-30. Por otra, Blazers adquiere la ventaja en caso de que ambos equipos empaten al final de temporada regular, porque, con el de hoy, ha ganado 2 de los 3 enfrentamientos directos con los angelinos.
Faltaban LeBron James y Dennis Schröder, y llegaba al partido entre algodones Anthony Davis, un Davis que desplegó un esfuerzo titánico en la pista, más allá de las propias fuerzas que cabía esperar de él. Tremendo Davis, animalada del ala-pívot en pos de salvar a su equipo, como brillante hasta la médula fue la actuación de Damian Lillard para guiar a los suyos hacia la victoria.
Fueron Lillard y Davis los dos grandes protagonistas de un partido que se movió entre la intensidad, la tensión competitiva, el despliegue físico y la igualdad. Sudor y determinación en la cancha para la victoria de los locales por 106-101 precisamente en el primer partido que el Moda Center alojaba público, unos 1.900 aficionados, ¡justo en el momento más importante del curso para el equipo del estado de Oregón!
Lillard firmó 38 puntos, 7 asistencias y 12 de 18 en el tiro de campo. El base de Portland nunca falla en los momentos álgidos, en aquellos en los que a otros les tiemblan las piernas y el pulso; Davis se fue a 36 puntos, 12 rebotes y 5 asistencias tras jugar una auténtica minutada (39 minutos) dado su precario estado físico, asumió 23 tiros de campo y 15 libres, protagonizó un despliegue físico desbordante y mostró un amor propio digno del mayor de los elogios.
Portland contó además con 21 puntos de C.J. McCollum, importante en la definición del encuentro, y 19 de Norman Powell, aunque ambos no estuvieron brillantes en el tiro a lo largo de la noche, y dispuso de dobles-dobles de Jusuf Nurkic y Enes Kanter, pese a solo jugar el turco 17 minutos, así como de un notable despliegue defensivo de un Covington completamente negado de cara al aro.
Lakers, mientras, vio cómo jugadores como Alex Caruso (18 puntos) y Kentavious Caldwell-Pope (17) daban un paso adelante en un momento que requería de atrevimiento y responsabilidad, algo que no sucedió con otros jugadores de más nombre que no dieron la talla, tales como Kyle Kuzma (4 puntos con 2 de 11 en el tiro) o Andre Drummond (6 faltas en 22 minutos y solo 4 puntos). Sobre la escasa presencia de Markieff Morris en pista (solo 10 minutos) habría que hablar, pero esa es otra historia.
Los dos equipos llegaban al partido empatados en la clasificación con 37-29, pero con sensaciones anímicas bien distintas. Los Blazers volvían a casa tras una exitosa gira que se había saldado con 5 victorias en 6 partidos; los Lakers afrontaban con sentido de urgencia el partido de hoy porque se habían desinflado de forma espectacular, no en vano tras la derrota ante Portland suman solo 2 victorias en sus últimos 10 encuentros.
Ese espíritu dispar entre los equipos contendientes se trasladó a la pista con toda su crudeza en el primer cuarto. Inicio catastrófico de los Lakers, que en el primer cuarto perdieron 8 balones, llegaron a ir cayendo por 14 puntos y terminaron cediendo 34-22 tras carecer por completo de movimiento de balón, seleccionar mal sus tiros, hacer cada uno la guerra por su cuenta y no trabajar bien en defensa. Frente a las 8 pérdidas visitantes, solo una en el bando local. El partido parecía dirigirse hacia lindes infernales para Lakers, pero la sangre no llegó al río.
Lakers reaccionó de forma estupenda en el segundo cuarto, cuando empezó a defender y a hacer circular la bola. Emergió Kentavious Caldwell-Pope, jugó buenos minutos Marc Gasol (hoy Montrezl Harrell desapareció por completo de la rotación de Lakers y el español jugó 23 minutos), el equipo dejó de extraviar balones y Lakers enmendó la plana a pesar de que seguía siendo una delicia ver baloncesto cada vez que Damian Lillard y Jusuf Nurkic conectaban en la cancha con su química dual.
El gran mérito de Lakers fue superar su mal primer cuarto y meterse de lleno en el partido. No en vano, llegó a ponerse por delante en el marcador en el tercer cuarto tras perder 59-55 en el primer tiempo.
Impresionante un dato: ¡Lakers perdió 8 balones en el primer cuarto, 0 en los siguientes 24 minutos y 6 en el último período! Ese plazo de dos cuartos al completo sin pérdidas fue un gran reservorio para unos Lakers que necesitaban acomodar su ofensiva, pues en la ofensiva radica el gran problema de este equipo sin LeBron James y Dennis Schröder para organizar el ataque.
Blazers dominó la mayoría del encuentro, pero llegó con muy poca holgura al final del partido. Una canasta de Caruso puso el 92-90 en el marcador. Lakers apretaba a los Blazers, pero la respuesta no se hizo esperar y llegó de las manos de siempre: McCollum y Lillard. Para poner el 100-90 en el luminoso.
Antes, a 6:08 del final, había caído eliminado por faltas Drummond, una baja que no causó trastorno alguno a Lakers. Vogel, que empieza a tener pesadillas con la rotación de sus hombres altos, devolvió a Gasol a la pista para luego retirarlo y jugar los 2 minutos finales con Davis como única referencia interior, pero de nada le sirvió el cambio.
Lakers apuró y apuró. O mejor dicho, ¡Anthony Davis se exprimió hasta límites insospechados para que su equipo sobreviera! Metió 5 puntos seguidos, le puso un tapón a Nurkic y el marcador quedó en un apretado 100-97.
Fue entonces cuando los californianos tuvieron bola para empatar, pero cayó en manos del jugador más desafortunado de la noche, que venía de hacer un gran partido 24 horas antes, Kyle Kuzma... y el alero falló el triple, el triple que hubiera puesto todo patas arriba. No entró ese triple y Lillard y McCollum ejecutaron a los Lakers en los últimos segundos desde el tiro libre, una ejecución doblemente dolorosa, por lo que significa y por lo mucho que luchó Lakers para agarrarse a un partido que nunca pareció estar en su poder.