Unos Jazz sinfónicos. Unos Lakers sin partitura. La única música la pusieron los locales. Música de buen baloncesto. De baloncesto elaborado con mimo y dedicación. De baloncesto clásico y moderno a la vez. Esa conjunción mágica que tiene a todos encandilados con Utah.
La victoria, inapelable: 114-89. Con 18 puntos y 9 rebotes de Rudy Gobert. Con 18 puntos también de Jordan Clarkson. Con 15 de Bojan Bogdanovic. Con 14 tantos, 8 rebotes y 8 asistencias de Mike Conley. Sobreviviendo a un partido discreto de Donovan Mitchell. Con 6 jugadores en dobles dígitos encestadores. Sin que nadie llegara a los 20. Todo muy colectivo. Un marco muy distributivo. La comuna ganadora de los Jazz a todo tren. Viven la armonía del momento. Y no se bajan de su nube.
Lakers está en otra película. El equipo se retira en desbandada hacia no se sabe dónde. Sin Anthony Davis y Dennis Schröder se acabó la fiesta. Los de Vogel deambulan cuan boxeador noqueado por el cuadrilátero. Sin recuperar el orden mental. Y poco importa que el técnico introduzca cambios en el quinteto inicial como hoy ha hecho. Da igual. Se trata de recuperar la frescura perdida. El equipo anda sin físico. Son estos Lakers un equipo que está pidiendo a gritos un descanso. Son ya 4 derrotas consecutivas. Y su historial anterior de victorias no invitaba al optimismo. ¿Juego?... poco o nada.
En las antípodas los Jazz. Una plantilla que nada en la abundancia. Hoy, victoria a lo grande. Con defensa, mucha defensa. Con un exquisito movimiento de balón. Sin egoísmos. Haciendo del juego coral una seña de identidad. Corales en ataque y corales en defensa. Y luego el triple, claro, el triple como fiesta desatada. Como arma de destrucción masiva. Hoy, 22 triples anotados. Y suman ya estos Jazz 22 triunfos en sus últimos 24 partidos. De ellos, ¡20 por 10 o más puntos de ventaja! Son cifras mayúsculas. Su 26-6 les avala.
Los Lakers les han durado a los Jazz un cuarto. Eso es lo que ha durado el partido a nivel competitivo. El 24-23 de los primeros 12 minutos es todo lo que hemos tenido para llevarnos a la boca. El resto ha sido un monólogo local. Y un ejercicio agónico de frustración e impotencia del equipo visitante. Navega a la deriva el equipo de LeBron James.
El primer cuarto ya había dejado claro que el triple iba a ser una pesadilla para Lakers. En dicho cuarto, 6 de 12 Utah por 1 de 7 Lakers. Pero llegado el segundo cuarto Utah ha puesto la directa. Triple tras triple. Mike Conley, Bojan Bogdanovic, Jordan Clarkson... Y en un periquete 55-38. Un par de triples de Marc Gasol como respuesta. Pero era un espejismo. Espejismo de Lakers y espejismo de Gasol. Intermedio: 63-47. Jazz ganando por 16 puntos con Donovan Mitchell aportando nada o casi nada. Así se las gastan. Puede fallar un hombre impotante. No importa. Ellos son un equipo.
¡Utah metió 14 triples de 23 intentos en la primera parte! Lakers no sabía por dónde le venían los tiros. Mala su defensa. Y cuando en el partido se preocuparon de tapar el triple... les cayeron canastas fáciles desde la pintura como churros.
Conley y Clarkson lideraron a su equipo en la primera mitad. Y llegado el tercer cuarto todo fue a peor para Lakers. Al final del tercer período: 90-64. Una paliza en toda regla. Con Rudy Gobert diviritiéndose en ataque. Con 6 jugadores locales ya en dobles dígitos anotadores. Con Lakers en un 36,9% en el tiro de campo. En un 6 de 27 desde el triple. Perdiendo tantos balones, 11, como asistencias en su haber.
Había que ver las caras en la banda de Lakers. Banda en su doble sentido. Jugadores sentados con gesto de desolación en el banquillo. En realidad, el lenguaje corporal de Lakers resultó preocupante durante todo el partido. O pequeñas discusiones o flagrantes silencios. Poca química. Es normal cuando se juega así y se pierde. Especialmente cuando la experiencia negativa se traslada de partido a partido.
LeBron anotó 19 puntos. Y se fue a la banda con un enfado de campeonato. Montrezl Harrell hizo 16 puntos en 22 minutos. Marc Gasol sumó 8 puntos, 2 rebotes y 2 asistencias en 19. Y prácticamente nadie se salvó de la quema.
Kentavious Caldwell-Pope se ha ido de la competición por arte de magia. Kyle Kuzma sigue empeñado en ser el tercer espada del equipo. Por eso, se supone, tira más de la cuenta. Mal negocio. Hasta a Alex Caruso se le agrió el baloncesto. Para acabar con 1 de 8 en el tiro. El equipo está en una crisis galopante. ¡Y a pesar de ello tiene marca de 22-11! Ese tipo de crisis que para sí querrían casi todos los demás equipos de la NBA.