Levantó los brazos ante una grada vacía, pero en el Wells Fargo Center se escuchaba a todo volumen "MVP, MVP, MVP...". La realidad virtual respondía así a la realidad material, la realidad aportada por un Joel Embiid arrebatador, un jugador venido de otra dimensión.
Joel Embiid, Joel Embiid y más y más Joel Embiid. El camerunés elevado a la enésima potencia para firmar su mejor anotación como jugador de la NBA.
Actuación memorable de uno de los grandes candidatos a MVP de la temporada. Sus números hablan por sí solos: ¡50 puntos, 17 rebotes, 5 asistencias, 4 tapones y 2 robos de balón en 35 minutos para sellar la victoria de los suyos! Hizo una serie de 17 de 26 en el tiro de campo y forzó 17 libres. Estuvo en el foco de principio a fin, y cada vez que se iba a la banda su equipo sufría. Con él en pista, +22 para Sixers, que terminó ganando 112-105 ante unos Bulls que presentaron seria resistencia en la pista.
El pívot estelar de Philadelphia nunca perdió la cara al partido, jamás relajó su juego. Al descanso, 25 puntos y 8 rebotes; al final del tercer cuarto, 37 y 11; al final del encuentro, esos 50 puntos y esos 17 rebotes en un partido sin excesiva anotación, lo que redobla su mérito. Es decir, clonó prácticamente en la segunda parte sus números de la primera. Un prodigio de regularidad en el tiempo y en el espacio.
Y además de todo eso, decidió. Porque Embiid fue el efecto desequilibrante al final del partido. Con 107-103 intimidó el intento de canasta fallido de Zach LaVine, acto seguido anotó el 109-103. Fue entonces cuando alzó los brazos en mitad de la pista, como si hubiera público, con el rival pidiendo un tiempo muerto desesperado a 41 segundos del final. Y después del tiempo muerto le dio tiempo, valga la redundancia, de ponerle un tapón a LaVine y llegar a los 50 puntos con un tiro libre. Misión cumplida por partida doble.
Victoria esperada de los Sixers, que no fácil. Estos Sixers tienen otros códigos baloncestísticos. Nada que ver con el modelo imperante en la NBA. Su gran estrella es un pívot dominante y su segundo jugador, con permiso de Tobias Harris, es un tipo maravillosamente armado para el juego que no tira de 3. Por eso, el triple es un arma rugosa en manos de Sixers, que vive de otros apartados del juego, y con Doc Rivers, visto lo visto, empieza a vivir muy bien. La victoria coloca, por cierto, a Rivers como entrenador en el próximo All-Star.
Además de Embiid, 22 puntos, 12 rebotes y 7 asistencias de un gran Tobias Harris, con Sixers jugando otra vez sin Ben Simmons. Buen rendimiento de Danny Green, excelente productividad de Dwight Howard, titularidad, muchos minutos y labor notable atrás del australiano Thybulle y noche gris en el tiro de Seth Curry.
Chicago fue una vez más un equipo competitivo, un hueso duro de roer, pero tuvo una noche desafortunada desde el triple.
LaVine fue su mejor anotador con 30 puntos, aunque en esta ocasión con un deficiente 9 de 28 en el tiro. Wendell Carter Jr. metió 15 puntos, pero concentró la mayoría de ellos en un sobresaliente inicio para luego diluirse. Buen partido, como viene siendo habitual, de Thaddeus Young, aportación ofensiva en la primera parte del ex ACB Satoransky y contribución más que respetable de Ryan Arcidiacono.
En el lado negativo, Coby White, cuya primera parte estuvo vacía de contenido, y el novato Williams, que sigue sin estirar su juego.