El gobernador del estado de Wisconsin, Scott Walker, anunció ayer el acuerdo de financiación que permitirá construir un nuevo estadio para los Milwaukee Bucks en sustitución del vetusto Bradley Center. Una obra que esperan que permita retener a la franquicia muchos años.
El nuevo pabellón de los Bucks costará 500 millones de dólares, la mitad de los cuales saldrán del bolsillo de los contribuyentes estatales, puesto que serán las arcas públicas –estatales, locales y del condado- quienes los aporten. El resto del dinero lo pondrán los actuales propietarios de la franquicia, Marc Lasry y Wesley Edens, y el anterior dueño, Herb Kohl. Los primeros pondrán 150 millones y el segundo, 100.
El acuerdo de financiación alcanzado no ha resultado sencillo y es fruto de una larga negociación entre todas las partes implicadas. El gobernador de Wisconsin, republicano, ha tenido que vencer las reticencias de su propio partido, que domina la cámara de representantes estatal y no veía con buenos ojos el uso de dinero público en el proyecto.
Aun así, el plan debe ser todavía aprobado por el parlamento de Wisconsin y se espera que un sector de los republicanos vote en contra, si bien Walker confía reunir suficientes apoyos entre republicanos y demócratas, cuyo sector crítico con el acuerdo también es minoritario.
La idea es que el nuevo estadio esté listo para ser utilizado en 2017, condición que había puesto la NBA para no trasladar a la franquicia a otra ciudad. Walker había insistido durante las negociaciones en que la marcha del equipo de la ciudad supondría unas pérdidas económicas mucho mayores que el coste de sufragar el nuevo pabellón.