Hay momentos emotivos en la vida y en el baloncesto. Anoche, esos momentos vitales y deportivos se aunaron en una figura, la del entrenador de Houston Rockets, Kevin McHale. El técnico regresó al banquillo texano casi un mes después de ausentarse por culpa de su tragedia familiar.
McHale abandonó el banquillo el 10 de noviembre y se desplazó a Mineápolis para estar junto a su familia en un momento trágico. Su hija Alexandra 'Sasha' McHale se estaba muriendo con sólo 23 años. Y el fatal desenlace llegó el 24 de noviembre.
Entre partido y partido, los jugadores y los cuerpos técnico y directivo de Houston acudieron al funeral. Fue una jornada difícilmente digerible.
Ayer, 8 de diciembre, McHale volvía a sentarse en el banquillo que durante el último mes ha ocupado su ayudante Kelvin Sampson. "No hace falta decir que ha sido un mes terrible", aseguraba el técnico a la prensa, "Pero sentía que era momento de volver, regresar al trabajo y estar con mis jugadores"
La vuelta nos deparó imágenes emocionantes en el Toyota Center. El público, sus jugadores, todo el mundo se volcó con el ex jugador de Boston Celtics. También los rivales.
Uno por uno, todos los jugadores de Dallas Mavericks abrazaron a McHale. El primero de la comitiva fue Vince Carter y el último, Derek Fisher, dos históricos, como lo es el propio McHale tras su etapa de jugador en los Celtics.
Luego, el destino no quiso deparar un triunfo a McHale, pero eso, anoche, casi se situaba en un segundo plano.