Podrían ser los protagonistas de la famosa película. De aquella noche aterradora de George A. Romero. Unos ‘muertos vivientes’ muy particulares. Baloncestistas que tuvieron todo en sus manos y que ahora, con ellas vacías, intentan rehacer, en la medida de lo posible, su imperio perdido. Pero su reto parece infinito. Como mucho, sobrevivirán un tiempo corto intentando hacer caja, una caja muy alejada de sus millonarios salarios de antaño. Y ni eso.
Me refiero a jugadores como Allen Iverson, Larry Hughes o Antoine Walker. Todos ellos tienen mucho en común: fueron, cada uno a su modo y escala, grandes jugadores de baloncesto, brillaron en la NBA y ahora andan como alma en pena en busca de un balón que amasar. Y los 3 ocupan titulares en el día de hoy, 27 de octubre.
Lo de Allen Iverson es sintomático. Tras anunciar una falsa retirada y volver en un visto y no visto a la NBA vía Memphis para liarla parda, se fue a Turquía para demostrar que ya no es, ni de lejos, el que era. Su aventura europea fue un fiasco y ahora se ofrece a todos los equipos de la NBA. Parece claro que no hay huecos serios para él en su antiguo reino de la NBA. Porque sus veleidades eran perdonadas cuando era una estrella, pero ahora no lo serán. Los tiempos han cambiado. Bueno, en realidad, su tiempo ha cambiado. No sabría vivir como suplente jugando pocos minutos y es un arma arrojadiza a la hora de desestabilizar un vestuario. Y su magia parece perdida para siempre en el cajón de los recuerdos. Su imagen actual es la imagen de la decadencia de la gran estrella. Una especie de Greta Garbo mayor del baloncesto.
Respecto a Antoine Walker. Bueno, éste es el caso más doloroso, porque intenta regresar al baloncesto no porque lo ame, sino porque lo precisa para salir de un gran atolladero. Su afición al juego, sus repetidas visitas a los grandes casinos de Estados Unidos y su desaparición deportiva hicieron que acabara en la ruina y con serios problemas con la justicia. Un tipo que había ganado decenas de millones de dólares y que ahora anda sin blanca. Un claro ejemplo de cómo la mala cabeza arruina una vida. Ahora, la otrora estrella de los Celtics, la antigua pareja de baile de Paul Pierce (menuda diferencia de trayectoria entre ambos), quiere probar en Europa, como si su fama no hubiera atravesado el charco. Se ofrece a un equipo polaco: el Slask Breslavia. Sin comentarios.
Un ejemplo menos hiriente que el de Walker es el de Larry Hughes, un jugador de la clase alta de la NBA al que el tiempo está pasando factura. El base que antes hacía de todo, ahora no hace de nada. El año pasado no encontró equipo y lleva un año y medio sin jugar. Pero ahora se empeña en regresar a la NBA. Uno recuerda al gran Hughes de los Warriors y los Wizards y parece que haya pasado una eternidad. Nos queda así la sensación de que Larry rondará los 40, pero no, sólo tiene 32 años, una edad a la que tendría que estar aún en un buen momento. Pero eso del buen momento es una quimera. Es cierto que las lesiones no fueron generosas con él... Veremos cómo queda su historia. Imposible ver a aquel Hughes todoterreno regalando buenos números, pero al menos podría aportar algo desde el banquillo, de forma restringida, porque el que tuvo, dicen que retiene.
Son 3 ejemplos que están de plena actualidad hoy mismo, cuando escribo estas palabras, pero hay muchos más. Cuttino Mobley, Penny Hardaway, Darius Miles, Steve Francis… La lista de ‘muertos vivientes’ no es corta. Y parece estirarse en tiempo de lockout.