Si la semana pasada el optimismo se apoderaba de los aficionados tras las buenas sensaciones que jugadores y propietarios mostraron a la salida de las reuniones negociadoras, esta semana, la sensación es justo la contraria y todo parece regresar a un punto muerto.
No será el único vaivén que veamos en lo que resta de unas negociaciones de incierta duración. La reunión de ayer martes terminó con ambas partes acusando al contrario de no querer moverse de sus posiciones iniciales y con la suspensión de la reunión prevista para hoy, lo que no deja de ser un mal síntoma.
Buena parte de las 5 horas de reunión mantenidas se convirtieron en realidad en un cónclave por separado de ambas partes, lo que deja bien a las claras la falta de diálogo y el estancamiento de las negociaciones.
“No podemos salir de aquí con la sensación de que la pretemporada y la temporada van a iniciarse a tiempo”, aseguraba el presidente del sindicato de jugadores, Derek Fisher. Una declaración que contrasta con el optimismo mostrado la semana pasada.
Unos y otros se enrocan en sus posiciones
En la misma línea se movían las palabras del director ejecutivo del sindicato Billy Hunter. “Los propietarios no tienen intención en este momento de moverse de la posición en la que ellos mismos se han anclado”, afirmaba Hunter tras la reunión.
Una acusación que se repite, pero en sentido contrario, desde el lado de los propietarios, que insisten en que son los jugadores quienes se empeñan en no querer tocar el actual sistema del límite salarial. “Francamente, tenemos problemas para entender el por qué la etiqueta de un tope (salarial) rígido es lo que está bloqueando las negociaciones”, decía Adam Silver, mano derecha de David Stern y cabeza visible de la NBA en las conversaciones.
La renuncia a la instauración de un tope salarial rígido parece ser una exigencia de los jugadores antes de empezar a negociar cualquier otro aspecto, pero los propietarios no están por la labor de transigir en lo que consideran la piedra filosofal de sus propuestas para el nuevo convenio.
Lo que está claro es que, por el momento, uno y otro lado han decidido dejar las palabras amables a un lado y tensar la cuerda buscando que se rompa por el lado del contrario. Veremos si la semana que viene optan por seguir en esa línea, lo que complicaría aún más las cosas, o deciden volver a un tono más conciliador que permita regresar al optimismo ahora perdido.