ANÁLISIS

Un entrenador mayúsculo llamado Lionel Hollins

2 temporadas espectaculares en Memphis

Ángel Mustienes |

Pronto sabremos quiénes se llevan los premios correspondientes a la temporada regular. Uno de ellos, el de mejor entrenador, parece no tener discusión alguna. Casi todos los analistas dan como ganador seguro al técnico de Chicago Bulls, Tom Thibodeau. Y bien que lo merece.

Con Thibodeau al mando (con Rose, Boozer, Deng y Noah en la plantilla, esto no hay que olvidarlo), los Bulls han pasado de un balance de 41-41 a uno de 62-20, han sido primeros en el Este y han presentado el mejor balance de los 30 equipos de la NBA. La fantástica labor individual de Derrick Rose (favorito para ser nombrado MVP) y el extraordinario trabajo colectivo, con especial hincapié en el terreno defensivo, han hecho del equipo de Illinois un valor seguro.

Nadie pone en duda que Thibodeau, si gana lo hará con justicia. Pero hoy prefiero hablar de un compañero de banquillos de Thibodeau, de un entrenador que está haciendo un trabajo inconmensurable y que apenas tiene cancha en los grandes medios. Quiero hablar del verdaderamente sorprendente Lionel Hollins. Un técnico que entró en los Grizzlies de puntillas y sin hacer ruido se ha instalado en el éxito.

El técnico de Kansas llevó a Memphis a completar la temporada pasada una notable trayectoria que se saldó con 40 victorias y 42 derrotas, una trayectoria que, eso sí, no tuvo el premio de los playoffs, premio gordo que sí ha alcanzado el equipo este año con un balance de 46-36. Es decir, Hollins ha sumado en sus 2 temporadas al frente de los modestos Grizzlies 86 triunfos y 78 derrotas. Ahí queda eso.

Labor irreprochable, méritos incuestionables

De Hollins se podría decir que ha obrado milagros tan grandes como aquellos de los peces y los panes o de la resurrección de Lázaro. El técnico de Memphis Grizzlies ha logrado sanaciones inexplicables y conversiones inesperadas. Y nadie canta sus hazañas.

Porque hazaña es convertir a Zach Randolph y Rudy Gay en personas responsables. Proeza es convencerlos de que el balón no es un bien que han de tener en exclusividad y que los compañeros no son bultos sospechosos que pululan por la cancha.

Hollins ha logrado que Randolph defienda un poco, asista más que nunca y firme unos números como en sus mejores años de Portland. Y lo ha hecho cuando el ala-pívot estaba en las últimas, abocado a ir desapareciendo de la elite por sus propios errores. Su paso por la Gran Manzana parecía marcar el extraño declive de un notable jugador, pero en Memphis ese jugador ha vuelto a la vida.

Hollins ha conseguido, además, que Rudy Gay, un alero de gigantescas cualidades técnicas y físicas y pobre cabeza, empiece a utilizar un poco el coco. No hay duda de que Rudy Gay era y es un jugador brillante en ataque y espectacular en defensa a nivel individual, pero hasta esta temporada el alero desconocía lo que era el juego colectivo, el sacrificio en pos del grupo, el ahorrarse un tiro para beneficiar la circulación del balón, el dar el pase extra que hace feliz al compañero. Ahora lo sabe, al menos en su formato básico. Gay no ha presentado números espectaculares este año, pero al verle jugar uno se da cuenta de que ha dado un gran paso adelante.

Otros milagros de Hollins

Pero es que, además, Hollins ha tenido agallas para descabalgar de la titularidad a O.J.Mayo, un chico brillante que es, hoy por hoy, uno de los peores defensores de la NBA. Ese cambio ha sido fundamental en la evolución del equipo, porque la titularidad en el puesto de escolta ha ido a parar a un jugador que representa el polo opuesto de O.J, un Tony Allen que defiende como los ángeles y que además aporta en ataque. A partir de mitad de temporada, la contribución de Allen ha resultado crucial para el éxito de los Grizzlies.

También ha sido valiente Hollins a la hora de desterrar a las últimas posiciones de la rotación a todo un número 2 del draft, Hasheem Thabeet, una decisión llena de arrojo porque era en el fondo una rectificación, como si hiciera entonar a su propio equipo un 'mea culpa' por su elección en el draft. Nunca dudó Hollins de que Marc Gasol debía estar por delante de Thabeet y tampoco dudó de que en la rotación de hombres altos el tercer hombre era y es Darrell Arthur, que ha respondido muy bien. Y el número 2 del draft terminó emigrando.

Además, el equipo ha funcionado tan bien como grupo que ha sido capaz de resistir sin problema alguno la baja de Rudy Gay por lesión durante toda la parte final de la temporada regular. Otro milagro llamado trabajo nacido de la cabeza de Hollins.

La cuadratura del círculo

Hollins ha sido capaz de obtener la cuadratura del círculo, que un equipo plagado de egoísmo -Randolph, Gay, Mayo...- se transformara en un conjunto repleto de solidaridad. Para ello, ha ido purgando la plantilla. Jugadores que han pasado por el equipo para no dejar huella porque Hollins no los tuvo en cuenta. Entre todos ellos, especial valor tuvo el técnico en el caso Iverson, un jugador que fue un visto y no visto en el FedExForum.

A diferencia de otros técnicos que han sido jugadores, Hollins, que fue campeón de la NBA y All-Star, predica la flexibilidad sin desterrar la disciplina. No quiere jugadores a su imagen y semejanza. Estamos hablando de un entrenador que como jugador fue un gran defensor y que ha inculcado un cierto espíritu defensivo a un equipo que en principio carecía de él, pero que también le ha sabido otorgar un toque ofensivo, un equilibrio en su juego.

Es cierto que para lograr ese mayor carácter defensivo el equipo se ha revestido de jugadores con muy buen cartel atrás como Tony Allen o Shane Battier, que se unen a otros como Gay o Gasol. Y los Grizzlies se han situado en un nivel defensivo medio en la NBA, aunque en un más que meritorio quinto puesto en el Oeste en la clasificación de puntos encajados (97,6). Por delante, incluso, de San Antonio Spurs.

Pero fuera de facetas técnicas, campo en el que ha aportado mucho, está ese Hollins capaz de resolver problemas humanos, de vestuario, situaciones tensas con jugadores con carácter. Supo eliminar de raíz a las primeras de cambio ese cáncer que iba a ser Iverson como suplente, supo tener mano flexible con algunos errores de Zach Randolph para llevarle por el buen camino y tuvo una mano menos flexible con Mayo una vez vio que no reaccionaba pese a la confianza que le dio durante toda la temporada pasada... Y supo escuchar a los jugadores cuando en sus inicios el equipo no funcionaba ni a tiros. Escuchar, un verbo que en la NBA se prodiga poco.

Recuerden, se llama Lionel Hollins, tal vez sea un nombre y un apellido que no digan casi nada a mucha gente, pero es un grandísimo entrenador. En Memphis, lo saben. Con él, los Grizzlies han alcanzado los playoffs tras 5 años de sequía.