Para conseguir una carrera acorde al talento no sólo basta con tener una muñeca sólida, sino también poseer una cabeza bien ordenada. Y por si no se tiene, tampoco está demás tener un buen representante que proponga un contacto adecuado con la realidad. Viene esto a cuento de la realidad (difusa) de los españoles NBA.
Lo de los hermanos Gasol queda fuera de toda duda. No sólo tienen las condiciones excepcionales para ser grandes en este deporte, sino que todas sus decisiones (dentro y fuera de las canchas) suelen ser las correctas. Hace tiempo que Pau dejó der ser el “escudero” de Kobe Bryant a ojos de la prensa americana y ya se le ve no sólo como a un líder natural, sino como a uno de los mejores pívots en la historia de Los Angeles Lakers. Ahí es nada.
Por supuesto, en la carrera de Pau hubo esa pizquita de suerte –llegar a unos Lakers con aspiraciones de ganarlo todo- que a muchos les suele faltar. Pero en su progresión posterior ya no hubo nada de suerte y sí fuertes dosis de trabajo y talento.
El caso de Marc Gasol también responde a una toma de decisiones correcta, a una evolución meteórica, pero quemando las etapas necesarias. Se fue del Barcelona a Girona para reivindicar que era algo más que “el hermano de Pau” y ahora es un “5” de auténtica referencia en la NBA. Termina su contrato de 3,5 millones de dólares con los Grizzlies, un equipo que fue perfecto para él para progresar, en contra de lo que muchos presagiaron. Habrá bofetadas para ficharle y conseguirá un contrato multimillonario eligiendo equipo. Se lo ha ganado.
En el caso contrario está José Manuel Calderón, quien hace un año firmó un contrato de ocho millones de dólares por temporada y se puede decir que no respondió –ni mucho menos- a lo esperado de un jugador con semejante sueldo, que es altísimo. Sí, es cierto que tuvo lesiones que impidieron su progresión, pero tampoco su nivel de juego fue fructífero cuando se encontró en buenas condiciones.
Los Raptors intentaron traspasarlo a los Charlotte Bobcats esta pretemporada y Larry Brown, entrenador de éstos últimos, lo impidió al no convencerle las prestaciones defensivas del español. Ahora afronta una nueva temporada en la que tiene mucho que ganar y mucho que perder: juega en un equipo que no aspira a nada y, quizá, con la espada del traspaso sobre su cabeza durante largos meses.
Decisiones, decisiones… Rudy Fernández vivió pendiente de una decisión de los Blazers durante todo el verano y hasta realizó unas inaceptables declaraciones sobre su deseo de marcharse de Portland que le valieron una buena multa. ¿Pero quién aconseja a este chico en sus decisiones y declaraciones?.
Rudy Fernández vivió una buena etapa iniciática con los Blazers, pero algo no terminó de funcionar. En los últimos “play-offs” tuvo la oportunidad de suplir al lesionado Brandon Roy y Nate McMillan, su técnico, le puso como titular. El mallorquín desaprovechó la ocasión. Ah, y tampoco jugó a su mejor nivel en el último Mundial de baloncesto.
Lo sorprendente es que en estas semanas hasta se rumoreó su deseo de abandonar la NBA, de regresar a Europa en busca de una vida mejor (¿más cómoda?). Sería una pésima decisión porque Rudy tiene talento suficiente para triunfar en la NBA, por mucho que haya dado con el peor equipo posible al que ir, dada la competencia en su puesto. Pero tampoco aprovechó buenas oportunidades que tuvo… Será un año crucial para una carrera que se estancó en el último año después de una progresión espectacular.
Y queda el caso de uno que ya no está. Se llama Sergio Rodríguez y finiquitó su aventura en la NBA tras regresar al Real Madrid. Quedó demostrado que se precipitó al marcharse, que midió mal sus fuerzas, sus condiciones y su talento. Pero, de todas formas, ¿qué le habría costado agotar un último año, intentar la definitiva con Nueva York?. Probablemente ejecutó una última mala decisión.