“Disfrutadle mientras podáis”, así de claro se dirige el columnista Kerry Eggers a la afición de Portland en las páginas del diario Portland Tribune. Eggers da por hecho que ésta es la última temporada de Rudy Fernández con los Blazers y no es el único.
Un artículo, el de Eggers, en el que no duda en hacer referencia a las palabras de Rudy hace poco más de un mes a Eurosport en las que se mostraba decepcionado por su situación en Portland, una decepción que no ha hecho sino aumentar en este final de temporada.
A su situación deportiva, se une la personal, ya que el mallorquín echa de menos estar con los suyos. “Es una situación dura para mí”, confesaba Rudy tras el entrenamiento del lunes, “Echo de menos a mi familia y a mis amigos. Ayer fue un día duro. Era mi cumpleaños y estaba solo”.
Sus números han empeorado respecto a su prometedora campaña como novato y cada día se siente más incómodo en un sistema ofensivo tan rígido y controlado como el que le gusta emplear a McMillan, un sistema que casa poco con la velocidad y creatividad del español y su gusto por el riesgo.
Rudy asegura que no es el físico lo que le ha llevado a bajar su rendimiento en los últimos encuentros, sino la falta de confianza en su propio juego. “Mi cuádriceps está bien. Mi espalda está muy bien”, afirma sobre sus recientes dolencias físicas, “No sé por qué (he perdido la confianza), pero creo que necesito volver a anotar mis tiros”. Una falta de confianza que él mismo reconoce que nunca antes había sentido en su carrera.
McMillan cree que la mala racha pasará
Su entrenador, Nate McMillan, asegura comprender lo duro que es para Rudy estar lejos de los suyos y no pierde la confianza que dice tener en el jugador. “Rudy es un buen tirador. No ha lanzado bien en los partidos, pero sí en los entrenamientos. No vamos a apartarle porque haya fallado un par de tiros”.
“Hay veces en que sientes diferente tu golpe de muñeca o tu confianza está un poco debilitada.”, afirma McMillan, “Le sucede a los mejores. Lo que hay que hacer es seguir trabajando, seguir tirando. Él trabaja duro. No estoy preocupado por su tiro”.
Pero lo cierto es que el español ha jugado menos esta temporada y al contrario que en la anterior, resulta difícil verle sobre la pista en los minutos decisivos de los encuentros, algo que sin duda pesa en el ánimo de un jugador acostumbrado a decidir títulos.
Con las puertas de Europa abiertas de par en par y la posibilidad de ganar allí 4 o 5 veces más de lo que gana en la NBA por culpa de su raquítico contrato de novato, la opción del regreso parece ganar enteros cada día que pasa.
Hoy por hoy, lo dice Eggers, la única posibilidad de que Rudy siga en la NBA es que Portland acepte su traspaso a un equipo en el que el español, cuyo deseo de triunfar en la liga norteamericana sigue intacto, pueda tener el protagonismo que difícilmente podrá alcanzar nunca en los Blazers con Roy por delante en la rotación y el sistema de McMillan.
No hay nada personal entre Rudy y McMillan, ambos lo aseguran, simplemente son piezas de distintos rompecabezas que está claro que nunca podrán encajar. En Portland lo saben, por eso cuentan ya con su salida del equipo. Hacia donde irá, Europa o NBA, no lo sabremos hasta que llegue el verano.