A Matt Harpring le queda 1 año de contrato con los Jazz de Utah, el que ha sido su equipo en las últimas 7 temporadas de las 11 que ha disputado en la NBA. Pero ahora mismo, su participación en la próxima campaña está en el aire.
El rocoso alero del equipo de Jerry Sloan podría optar por retirarse antes de tiempo si así se lo aconsejan los médicos que han de examinarle esta misma semana. Su físico se encuentra al límite tras un sinfín de problemas y sucesivas operaciones quirúrgicas para tratar de resolverlos.
Su rocoso estilo de juego, muy del gusto de su técnico, ha acabado pasando factura a un hombre acostumbrado al contacto físico y a encajar sin pestañear las cargas de jugadores en mucho casos más altos y pesados que él y aunque no duda en decir a sus 33 años que “me encantaría retirarme a los 50” es consciente de que la realidad es otra.
Su historial de pasos por el quirófano es largo como pocos. A las dos operaciones de microfractura y 2 artroscopias en su rodilla derecha por las que ha pasado, se unen una decena de intervenciones en ambos tobillos y la grave infección que sufrió el pasado verano tras la última de ellas.
Una fuerte infección que resultó finalmente menos grave de lo temido en un inicio por los médicos, pero cuyo tratamiento antibiótico acabó por destrozarle el estómago. Tras perderse los 7 primeros partidos de temporada, terminó jugando 63, pero su aportación al equipo fue mucho menor de lo habitual debido a sus problemas físicos.
Ahora Harpring espera al resultado de las resonancias y el resto de pruebas médicas y al diagnóstico de los médicos para decidir si merece la pena seguir sufriendo para seguir jugando. En unos días, tendremos la respuesta.