El otro día me comentaba un amigo que los Lakers le empiezan a recordar a aquellos Bulls de la segunda etapa de anillos, cuando Jordan, Pippen y Rodman solucionaban el partido en el tercer cuarto y se colocaban los hielos en sus rodillas en el último periodo para disfrutar desde el banco de los minutos de la basura.
Aquellos Bulls llegaron a batir en 1996 el récord de victorias en liga regular (72-10), y aunque la temporada es larguísima y los angelinos tendrán que perder algún día, ya empieza a hablarse de alcanzar ese hito.
Los Lakers son otros. El año pasado, en la final, los Celtics les arrollaron porque defendieron mejor y porque fueron un equipo. Kobe Bryant, que durante la temporada había mostrado la mejor cara de sí mismo (renunciando a anotar 40 puntos por partido en favor del juego colectivo), se transformó en la final para volver al viejo Bryant, el que prefiere un tiro forzado con dos defensores encima que un tiro fácil del compañero.
Este año parece que todos han aprendido la lección de las finales y además, han conseguido dos fichajes de altura sin acudir al mercado de agentes libres. Andrew Bynum y Trevor Ariza son el salto de calidad que necesitaban los de Phil Jackson, dos piezas con las que el maestro Zen no pudo contar por las lesiones la pasada temporada y que, sumándolas al resto de la plantilla, dan como resultado el anillo.
El efecto conjunto de ambos suma 22,3 puntos, 14,6 rebotes y grandes efectos colaterales:
Juego interior. Andrew Bynum tiene todavía muchos aspectos ofensivos que pulir, pero ya domina la pintura en defensa, tapona y cierra el rebote con la facilidad del 'cinco' clásico. Gasol, al que el año pasado le miraban con lupa cada defensa, ha vuelto a su lugar de origen, el de 'cuatro'. Ya no tiene que estar tan pendiente de desgastarse en defensa porque Bynum le cubre, y tiene las piernas más frescas para el ataque. Además, vuelve a tener confianza en su tiro de cuatro y cinco metros y es el mejor tirador del equipo en porcentaje de tiros de campo con casi 55%.
Profundidad de banquillo. Con Ariza y Bynum los Lakers tienen un sexto hombre de lujo, Lamar Odom, que sería titular en el 90% de los equipos de la liga. Además, Phil Jackson ha conseguido devolver a secundarios como Jordan Farmar, Sasha Vujacic, Radmanovic o Luke Walton a sus papeles naturales. El año pasado el equipo sobreusó a algunos jugadores que pueden aportar al conjunto pero que no ganan partidos. Este año dispondrán de menos minutos y aunque no hay que renunciar a ellos, tendrán menos responsabilidad en favor del objetivo final, el campeonato.
Juego colectivo. En estos primeros 15 partidos, los Lakers han dado muestras de equipo. Da la impresión que nadie mira las estadísticas individuales. A Kobe le da igual anotar 12 puntos ante los Nets o 35 el partido siguiente ante Dallas: ambos partidos se ganaron. El MVP del año pasado no lidera la clasificación de anotadores (permanece en quinto lugar), pero sonríe más que nunca porque, por primera vez desde que O´Neal abandonó Los Ángeles, se siente ganador en el mes de junio. Da la sensación de que cada jugador tiene su momento, y todos piensan en el equipo. Gasol, en el último partido ante los Raptors, anotó 14 puntos antes del descanso, y apenas volvió a tirar después porque le tomó el relevo anotador Bynum, y después Ariza.
Las estadísticas son frías, pero clarificadoras: seis jugadores superan los 9,5 puntos por partido y sus constantes defensivas se acercan ya mucho a las de un equipo campeón: mejor equipo reboteador, cuarto mejor forzando errores en tiros de campo del contrario y octavo mejor en puntos encajados.
Bynum y Ariza son dos piezas nuevas cuyo efecto ha renovado al conjunto. La liga es larga, pero podría ser suficiente para vengarse de los Celtics un año después.