Su cuerpo dijo basta. A los 39 años Andre Iguodala ha anunciado su retirada del baloncesto.
Se va tras jugar 19 temporadas en la NBA, disputar 7 Finales, ganar 4 anillos y ser campeón olímpico y también mundial con la selección de su país.
Palmarés de lujo para un jugador que pasó por Sixers (8 temporadas), Nuggets (1), Warriors (8 años en dos etapas) y Heat (2 temporadas entre sus exitosas etapas con Golden State). También recaló por un corto período en los Grizzlies, equipo para el que se negó a jugar.
Ganó 4 anillos con Warriors, equipo con el que disputó 6 de sus 7 Finales, la otra la jugó vistiendo la camiseta de Heat. Nada menos que 1.231 partidos de temporada regular disputó, situándose en el Top 40 de la historia de la NBA en dicho apartado, a los que sumó 177 de playoff.
Iggy promedió en esos 1.231 partidos 11,3 puntos, 4,9 rebotes, 4,2 asistencias y 1,4 robos de balón, pero Iggy fue mucho más que esos números, por su valor en defensa, por su predisposición para alimentar el poder grupal de sus equipos, por su inteligencia en pista, por su compromiso.
A nivel personal fue All-Star en 2012, entró en el mejor Equipo Defensivo en 2014 y fue nombrado MVP de las Finales de 2015.
Brilló como universitario en Arizona, compartiendo esfuerzos con jugadores como Channing Frye o Luke Walton, pasó a la NBA con Sixers desde el noveno puesto del draft de 2004, aquellos Sixers de Allen Iverson, arrancando su etapa profesional de la mano de Rob Pelinka como agente. Y en la NBA se quedó prácticamente dos décadas.
Con la selección de Estados Unidos fue oro en los Mundiales de 2010 y en los Juegos Olímpicos de 2012.
Pero Iguodala será recordado fundamentalmente por formar parte de la columna vertebral de los Warriors de Steve Kerr, una columna vertebral integrada por Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y él, una columna a la que se unió durante unos años Kevin Durant para convertir a los Warriors en un equipo inabordable.