Comenzó con victoria la era Durant con Phoenix Suns, una era que no se sabe muy bien si será larga o corta, exitosa o truncada, pero que genera las máximas expectativas en torno a un equipo que mira con hambre en el horizonte en pos del anillo.
Cómodo. Esa es la palabra que mejor define el estreno de Durant con Phoenix, un estreno que constituía su regreso a las pistas tras estar más de 7 semanas fuera de ellas por un esguince de rodilla, un período en el que cambió de equipo y cambió de conferencia.
Cómodo porque el rival era Charlotte Hornets, una escuadra herida de muerte desde el principio de la temporada y a estas alturas prácticamente muerta, más aún con el impacto que ha supuesto la lesión de LaMelo Ball y su adiós a la temporada. Estos Hornets son carne de cañón dirigida al draft. Nada más. Ahora mismo, nada más.
Phoenix es otra cosa. La victoria de hoy, 91-104 sin ceder nunca el mando en el marcador, sitúa al equipo de Monty Williams con marca de 34-29. O lo que es lo mismo, estos Suns son cuartos del Oeste recién llega Durant, y lo son a pesar de su agitada temporada cargada de desencuentros, lesiones y escándalos, con cambio de propietario, modificación significativa de la plantilla... un aparente caos en el que el equipo ha sabido navegar a su manera, a veces con apuros, otras sin ellos. Estos Suns tienen madera de aspirantes, de aspirantes de primer nivel.
Durant arrancó como titular, pero tuvo minutos restringidos. Tampoco necesitó el equipo exprimir a su nueva estrella dado el cariz poco competitivo del rival.
El ex de Thunder, Warriors y Nets fue el autor del primer tiro de su equipo, tiro que erró, pero anotó muy pronto sus primeros puntos, con una entrada a canasta, y también muy pronto puso los puntos sobre las íes endosando 2 tapones en el inicio del juego al novato Mark Williams.
El debutante estelar de 34 años metió 23 puntos y capturó 6 rebotes en 27 minutos, encestó 10 de sus 15 tiros y su equipo funcionó razonablemente bien con él en pista. Lo dicho: una cómoda noche para Durant.
Phoenix arrancó el partido 0-11, se puso con 20 de ventaja en el segundo cuarto, alcanzó el descanso ganando 41-57, pero no fue capaz de rematar pronto la faena, y por momentos Charlotte se le subió a las barbas, pero siempre de forma controlada. Lo más que llegaron los Hornets fue a ponerse a 6 puntos en el final del tercer cuarto, aunque lo cierto es que nunca se vio al equipo local con hechuras de remontada.
Devin Booker fue el auténtico motor de los Suns con sus 37 puntos, 6 rebotes, 7 asistencias y 15 de 26 en el tiro. Una gozada ver su claridad de ideas de cara al aro.
Además, 16 puntos y 16 rebotes de Deandre Ayton y 11 asistencias de un Chris Paul negado en la anotación.
Charlotte se quedó en un 36,4% en el tiro de campo, no supuso una amenaza desde el triple, fue a remolque siempre y tuvo a sus mejores hombres anotando desde desarrollos ofensivos ineficientes.
Su máximo anotador, Kelly Oubre Jr., se rehizo en la segunda parte tras una primera mitad horrible en la que se tiró hasta las zapatillas fallando más que una escopeta de feria (1 de 11 al descanso), en gran parte por su mala selección de tiro. Terminó el partido con 26 puntos y 9 rebotes. Terry Rozier sumó 20 puntos y Gordon Hayward hizo 15. Pero entre los 3 máximos anotadores locales se fueron a una serie de 21 de 56 en el tiro de campo.
Fue, sin duda, un triunfo diligente de Phoenix ante un rival sin rumbo. Una primera piedra de toque insuficiente para valorar el impacto de Durant, tanto por una cuestión de tiempo como por una cuestión de complejidad. Pero los focos iluminan a estos Suns de Durant, Booker y Paul. Las apuestas echan humo.