Nervios y felicidad a partes iguales. Manu Ginóbili está en la antesala de otro hito histórico para el baloncesto argentino y, por extensión, para el baloncesto hispano: en unas horas ingresará oficialmente en el Salón de la Fama James Neismith.
El Symphony Hall ya está listo para acoger en sus instalaciones a la Clase de 2022, una quinta en la que está Manu Ginóbili, que viajó a Springfield (Massachussetts) cargando una vez más con todo el peso de la historia.
El niño que creció en un entorno baloncestístico y que lloraba cuando perdía a causa de su extremo carácter competitivo es ya un hombre de 45 años que dejó el baloncesto en 2018 y que empezó a saber apreciar los ritmos lentos de la vida alejado de la trituradora que supone la alta competición.
Ese hombre de 45 años que hoy ha sido entrevistado en el canal Star+ de ESPN por su compañero de selección Fabricio Oberto, al que ha confesado, hablando de estas horas que está viviendo, que "la previa (de su ingreso) no es fácil" y está cargada de responsabilidad y emociones, y al que ha asegurado que su relación con los premios individuales es "rara", tal vez porque estuvo demasiado acostumbrado a ver el lado colectivo de su deporte a pesar de reconocer en retrospectiva que en su juventud pensaba demasiado en sí mismo.
Fanático de Michael Jordan y de aquellos Bulls de los 90, Manu vivirá hoy en su propia piel la ceremonia de ingreso al Salón de la Fama, primero con la alfombra roja (6 de la tarde, hora del Este de Estados Unidos) y después con la ceremonia en sí (7 de la tarde).
Será otro hito histórico para un jugador que ganó en la NBA (4 anillos con Spurs), en la Euroliga y en los Juegos Olímpicos, para un jugador que fue 2 veces All-Star, que fue elegido Sexto Hombre en una ocasión, que entró 2 veces en el Tercer Equipo de la liga estadounidense, que abandonó la práctica deportiva en 2018 tras 16 años en la NBA y que vio ya retirada su camiseta tanto en la selección de Argentina como en el equipo de los Spurs, donde formó un cuarteto mágico con Gregg Popovich, Tim Duncan y Tony Parker.
Todo está preparado. Argetina está volcada y todo el mundo del baloncesto mira a Springfield. En ese rincón del planeta, un bahiense será protagonista este sábado. Bien merecido lo tiene.