Los Lakers se han empeñado en hacer felices a media NBA. Esta vez los agraciados fueron los Timberwolves, que llegaban al Staples Center con 6 derrotas consecutivas y se fueron de él con una victoria apoteósica fabricada a partir de un tercer cuarto alucinante.
Al descanso, Lakers ganaba 49-44 a Timberwolves sin hacer nada extraordinario. Y ese fue, visto lo que vino después, el gran momento del equipo local, porque la segunda parte fue una auténtica pesadilla.
Empezó el tercer cuarto con un arrollador caudal de juego de los visitantes frente a unos Lakers colapsados física y mentalmente. Minnesota logró un parcial de 4-29 para ponerse con 20 puntos de ventaja (53-73), y lo peor para Lakers estaba aún por llegar.
La humillación cobró tintes extremos. ¡El tercer cuarto terminó 12-40 para un apabullante 61-84! Con Karl-Anthony Towns haciendo primero papilla los genitales de Anthony Davis en una acción que le valió una falta técnica y haciendo papilla después la imagen de los Lakers con una exhibición imparable en el campo ofensivo.
El jugador dominicano fue la estrella del partido. Terminó con 29 puntos y 7 rebotes, 11 de 17 en campo y 4 triples. De esos 29 puntos, 18 los metió en el crucial tercer cuarto. Es decir, ¡en el tercer cuarto Towns metió 6 puntos más que todos los jugadores de los Lakers!
Los números lo dicen todo. Lakers en el tercer cuarto: 12 puntos metidos con 4 de 21 en campo, 1 de 13 en triples y 6 pérdidas de balón, además de encajar 40 puntos. T-Wolves en ese mismo cuarto: 40 puntos con 15 de 24 en campo y 7 de 13 desde el triple, además de encajar solo 12 puntos. Un baño de infinito calado con el equipo local bajando los brazos de mala manera.
Además, por si la herida no fuera ya mayúscula, un ex de Lakers decidió dar la puntilla a su exequipo cuando este ya estaba caído en el suelo y perdía por paliza. Porque D'Angelo Russell terminó de rematar a los Lakers con 3 triples seguidos poniendo el marcador en un estrepitoso 64-97 cuando se jugaba ya el cuarto final, con parcial por entonces de 15-53 desde el descanso. Sí, ¡15-53!
Lakers no sabía dónde meterse. El estreno de los uniformes City Edition y el cumpleaños de Russell Westbrook (cumplía 33) no dieron para celebración alguna.
El equipo local metió 83 puntos, se quedó en un 35,4% en el tiro de campo, hizo una serie de 9 de 41 desde el triple, reboteó mal, perdió 19 balones y no tuvo presencia alguna sobre la pista que pudiera infundir algún optimismo. El equipo estuvo cerca de 8 minutos sin anotar una canasta de campo en el tercer cuarto, el momento del partido en el que Lakers se fue a vivir a no se sabe qué mundo.
Se salvaron de la quema, por salvar alguno, Anthony Davis y Rajon Rondo. El resto, muy mal. Wesbrook tiró poco y bien a canasta, pero para cuando se quiso involucrar en el ataque ya era tarde. El base perdió más balones (5) que asistencias dio (3) y su equipo hizo un -32 en el marcador con él en el juego.
Mientras, Carmelo Anthony tuvo una noche horrorosa: 1 de 12 en el tiro. Nada que ver con el Melo de anteriores partidos.
Bazemore y Bradley son un cero a la izquierda, Monk se vino abajo tras el descanso, Howard parece estar de bajona y Vogel no encuentra soluciones en un equipo al que las lesiones están pasando factura.
En el lado contrario, además de los 29 puntos de Towns y los 22 de Russell, el trabajo excelente de Patrick Beverley y los roles bien medidos de Vanderbilt (¡vaya tapón le puso a Monk en un triple!), McDaniels, Okogie o Reid. Muchos secundarios haciendo bien su papel.
Hasta Bolmaro, vista la situación, dispuso de 2 minutos finales que le sirvieron, por lo menos, para darse el gustazo de jugar en el Staples ante Lakers, aunque estos Lakers estén muy lejos del mínimo exigible a una franquicia con tal pedigrí.