Ni siquiera una noche gris de Stephen Curry puede parar a los Warriors. El equipo de Steve Kerr defendió a muy buen nivel en la segunda mitad, gozó de una suplencia incandescente y comprobó cómo Jordan Poole ejercía por una noche de Curry.
Victoria de los de San Francisco por 114-92 ante unos Hornets que, como parecía lógico, empiezan a perder gas tras un comienzo de temporada formidable.
El partido se planteaba como un duelo entre Curry y LaMelo Ball, pero ninguno de los dos brilló.
Warriors se movió bien desde el perímetro, circuló acertadamente la bola, defendió mucho en el tercer cuarto con el suplente Gary Payton II como estilete en la retaguardia y rompió al rival en la comparativa de las segundas unidades: 42 puntos los suplentes locales y solo 11 los visitantes.
Jordan Poole se fue a 31 puntos, 4 robos y 7 triples. Un +28 del equipo con él en pista y un +26 con Draymond Green, que aportó solo 5 puntos, pero 10 rebotes, 8 asistencias e intensidad contagiosa.
Curry se quedó en 15 puntos, 8 rebotes y 9 asistencias y Wiggins en 14 unidades anotadas.
Desde la segunda unidad llegaron fuerzas renovadas que se hicieron imprescindibles. Damion Lee marcó 15 puntos y Gary Payton II, hijo del gran Gary Payton, hizo honor a su apellido con una actuación brillante en los dos lados de la cancha (sumó 14 puntos). Trabajaron también de manera muy positiva Nemanja Bjelica y Andre Iguodala, y el mexicano Juan Toscano-Anderson jugó 14 minutos.
Enorme mérito el de estos Warriors ganando con tal holgura teniendo a Curry en versión menor. El 6-1 que acumula el equipo es el mejor balance de toda la NBA igualado con Utah Jazz y Miami Heat.
Charlotte acabó por debajo del 40% en el tiro, solo metió 15 puntos en el tercer cuarto, encajó 34 en el último y poco contribuyó su suplencia.
El mejor, un día más, Miles Bridges, temporadón el suyo. Hoy, 32 puntos y 9 rebotes. Gordon Hayward hizo 23 tantos y 11 capturas en los aros, LaMelo Ball estuvo en 14 puntos, 8 asistencias, 4 robos y 0 de 6 desde el triple y Terry Rozier ofreció un muy mal partido, como le ocurrió a Kelly Oubre Jr. en su regreso a San Francisco.