Personalizar la eliminación de los Sixers enteramente en la figura de Ben Simmons sería muy injusto, pero obviar que la desintegración del jugador australiano ha sido un factor determinante en la caída de su equipo sería ocultar la realidad. Por eso, el All-Star anda en boca de todos y está en la picota.
La incapacidad de Ben Simmons para anotar desde el tiro libre en estos playoffs ha derivado en su desaparición en ataque, más allá de que sigue siendo un jugador que genera juego con sus asistencias yde que es un defensor de primera. Lo malo es que esa desaparición en ataque ha condicionado el juego de Sixers, especialmente en los finales de partido, un juego ofensivo que ha sido todo menos fluido.
El propio Simmons se ha escondido en los momentos importantes, no ha querido tener la bola durante varios segundos seguidos para evitar que le hicieran faltas y eso ha provocado que no haya encarado el aro ante Hawks.
Los datos son tremendos: Simmons ha metido 8, 6 y 5 puntos en sus 3 últimos encuentros lanzando 4, 6 y 4 tiros de campo. ¡Una media de 6,3 puntos y 4,7 lanzamientos a canasta!
Pero lo peor ha llegado en el último cuarto de cada partido. ¡En los últimos 4 encuentros ha jugado 34 minutos en la suma del último cuarto de los mismos y no ha lanzado ni una sola vez a canasta! Esto le ha convertido en injugable. En los últimos 4 partidos (último cuarto de cada uno) presenta estos totales: 6 puntos, 3 asistencias, 2 pérdidas, 0 de 0 en campo y 6 de 12 en libres.
Todo ha partido de su pesadilla con los libres. Terminó los playoffs con una serie de 25 de 73 (34,2%) y ante Hawks hizo 15 de 45 (33,3%).
El problema, además de no ser un buen tirador, es un problema mental. En los playoffs del curso 2017-2018 Simmons metió el 70,7% de sus libres, en los de la temporada 2018-2019 bajó al 57,5% y en la actual postemporada se ha desplomado a ese 34,2%. Cuando en temporada regular se ha mantenido en torno al 60% durante 4 años. No solo no ha evolucionado, sino que está involucionando. Y la presión no le está sentando nada bien.
Es cierto que Simmons es un jugadorazo en muchos otros aspectos del juego. Es uno de los mejores y más versátiles defensores de la NBA, juega de forma excelente en campo abierto, tiene una notable capacidad para distribuir el juego y ver el pase... pero su incapacidad para tirar de 3 y su involución desde el tiro libre están provocando que su juego ofensivo empiece a decaer de forma preocupante en una NBA que se encamina por derroteros muy contrarios a los intereses del australiano.
Futuro con Sixers
Tras la eliminación ante Atlanta, Ben Simmons entonó el mea culpa y expresó su amor por Filadelfia, los Sixers y la afición del club, pero lo cierto es que su futuro con el equipo parece comprometido.
No ayudaron mucho al jugador las palabras de su entrenador, Doc Rivers, que no ha reconocido, eso sí, errores propios.
Esto fue lo que respondió Rivers cuando se le preguntó por si Simmons es el base que Sixers necesita: "No sé la respuesta ahora mismo". En el horizonte un posible traspaso de un jugador que sigue siendo valioso, pero que ha perdido valor en esta postemporada al no saber lidiar con la presión.
El equipo, eso sí, no desfallece. Todo apunta a que Simmons renunciará a los Juegos Olímpicos para dedicarse a la mejora de su juego. De hecho, Sixers ha preparado un plan especial de trabajo para que Simmons mejore su tiro este verano.
Lo cierto es que el número 1 del draft de 2016 ha cumplido el primer año de los 5 que firmó en una extensión de contrato de 177 millones de dólares. Esta temporada ha percibido 30,56 millones y la escala ascendente del contrato le llevará a culminarlo en el curso 2024-2025 con un sueldo de 40,34 millones. Mucho dinero para andar así. Pero tiene 24 años. Aún tiene tiempo para retomar el vuelo.