Sorpresa mayúscula en la jornada sabatina. ¡Minnesota dio la campanada al derrotar a Utah Jazz en Salt Lake City! El segundo peor equipo de la liga se impuso a domicilio al mejor. El mundo volcado, completamente patas arriba. Lo más llamativo es que se trata de la segunda victoria de Timberwolves sobre Jazz esta temporada.
Llegaban los Timberwolves al Vivint Arena con marca de 16-44 y de 6-25 como visitante para enfrentarse a un equipo anfitrión con registro de 43-16 y de 26-3 como local. Nadie daba nada, obviamente, por los Wolves, y menos aún cuando el primer cuarto nos mostró el abismo que separa a los dos equipos: 40-26 para Utah que llegó a tener una ventaja de 17 puntos en esos primeros minutos del partido.
Se mascaba, por lo tanto, la paliza inmisericorde, por mucho que los Jazz estén jugando sin Donovan Mitchell. Ese primer cuarto había sido el fiel reflejo de la temporada: Utah moviéndose a su antojo por la cancha, con desparpajo y alegría, y Minnesota mostrando sus costuras rotas en defensa y sus carencias como colectivo. Pero lo que vendría después dejó atónitos a todos.
Tras meter 40 puntos en el primer cuarto, ¡Utah Jazz solo fue capaz de hacer 56 en los tres restantes: 18, 16 y 22! Es decir, no fue una cuestión de un atasco sobrevenido en un cuarto, no, fue una cuestión de quedarse con la pólvora mojada durante 36 minutos.
Los Timberwolves remontando a partir de la defensa y teniendo a sus tres estrellas jugando bien al unísono. La cuadratura del círculo. Aunque es cierto que Minnesota tiene mimbres para estar mucho mejor ubicado en la clasificación de como lo está. Es un equipo joven, peculiar e interesante que a pesar de ir en la cola de la tabla no da por perdidos sus partidos de antemano.
Este no lo dio por perdido y lo ganó 96-101 a partir de la defensa y de los 70 puntos de su trío estelar. Karl-Anthony Towns sumó 24 puntos y 12 rebotes, cifras importantes si se tiene en cuenta que se medía cara a cara con Rudy Gobert; el novato Anthony Edwards terminó con 23 puntos, 9 rebotes, 4 asistencias y 5 robos; y el suplente de lujo llamado D'Angelo Russell anotó otros 23 puntos.
No fue el día de los jugadores españoles. Juancho Hernangómez aportó 4 puntos y 5 rebotes en 19 minutos. Estuvo simplemente correcto. Y Ricky Rubio tuvo una noche para olvidar ante su exequipo: 2 puntos, 2 asistencias, 1 de 5 en el tiro y 4 faltas en 20 minutos. Parece que Quin Snyder conoce bien las características de su exjugador.
El partido llegó igualado a su final. Minnesota se había puesto con 11 puntos de ventaja (81-92) a 7 minutos de la conclusión, pero en ese momento llegó una furibunda reacción de Utah Jazz, que con un parcial de 12-0 se adelantó en el marcador 93-92 a 3:41 del final. Parecía el epitafio del equipo visitante, que tenía pinta de ir a morir en la orilla tras rozar la hazaña de la victoria, pero no fue así.
Timberwolves aguantó el tirón y la ofensiva local se secó en esos 3 últimos minutos hasta solo anotar 3 puntos. Esos 3 puntos llegaron a 7 segundos del final a través de un triple de Jordan Clarkson, el que fue el último cartucho de Utah para colocarse 96-99. Pero Okogie no falló desde los libres, certificando el triunfo de T-Wolves.
Los Jazz empezaron a ceder cuando no llegaron al 30% de acierto en el tiro en el segundo cuarto. Su único aval a lo largo del partido fue el tiro de 3 -espectacular su bombardeo en el primer cuarto-. Más allá de ello, nada de nada, incluidas 20 pérdidas de balón que hicieron mucho daño.
Lo único positivo de verdad en los Jazz fue Bojan Bogdanovic, autor de 30 puntos y 7 triples. Mike Conley, que alcanzó las 5.000 asistencias, sumó 18 puntos, 7 asistencias y 4 robos y Jordan Clarkson añadió 15 tantos, pero ambos anduvieron desacertados en el tiro, como Joe Ingles. El francés Rudy Gobert terminó con 9 puntos y 17 rebotes tras apenas lanzar a canasta y perder 5 balones.
Y se fueron los Jazz de la cancha sin ser capaces de explicar lo sucedido. El baloncesto tiene estas cosas, por eso resulta tan atractivo.