Paciencia y constancia. Dos virtudes que Klay Thompson está desarrollando al máximo en esta etapa que le toca vivir, la de ver los partidos de los Warriors desde la barrera, impotente por el cruel destino que ha llevado a su equipo a ser último en el Oeste.
El 13 de junio. Ese fue el fatídico día en el que Klay Thompson pasó de jugar unas nuevas Finales de la NBA a lesionarse gravemente la rodilla izquierda, decir adiós a un nuevo título y embarcarse en un lento proceso de recuperación en el que aún está, 7 meses después de aquel día.
Thompson sufrió una lesión en el ligamento cruzado anterior, una lesión que no le ha permitido jugar hasta ahora esta temporada y que, todo apunta, no le permitirá vestirse de corto en el presente curso, aunque en algún momento se habló de que pudiera regresar una vez finalizado el All-Star.
Su baja, la de Stephen Curry y las marchas de Kevin Durant, Andre Iguodala y el retirado Shaun Livingston han dejado un equipo irreconocible que en su estreno en San Francisco arrastra un balance de 9 victorias y 33 derrotas.
En ese marco inimaginable al inicio de la temporada se mueve Warriors, y en ese marco habló anoche el jugador lesionado.
"Me encantaría regresar ya mismo", aseguró a los periodistas Thompson, que a mediados de febrero será evaluado por los médicos para actualizar su estado físico.
El jugador ya se ejercita, pero sin contacto físico alguno. Entrena el tiro, hace algo de dribbling... aunque su retorno no está cercano, ni mucho menos.
El All-Star de Golden State se está armando de paciencia porque lo que le importa es el futuro a medio y largo plazo: "Trato de asegurarme de que esta elesión no vuelva a ocurrir... quiero jugar al más alto nivel hasta bien entrado en los treinta y tantos", ha explicado Klay.
Y en eso está. En ir lento, pero seguro, en no dar un mal paso en la recuperación, en ir poco a poco en la certeza de que el futuro de los Warriors será brillante cuanto todo vuelva a su sitio.