Del todo a la nada. Esa es la caída al vacío que ha experimentado Warriors esta temporada. Las lesiones han dejado al equipo de Steve Kerr en los huesos, con un quinteto titular impropio de una franquicia de prestigio y con una suplencia sin fuerza.
Se cayeron antes de la temporada Klay Thompson (lesión de rodilla) y Kevin Durant (lesión de Aquiles y marcha a Brooklyn). Luego ha venido la lesión grave de Stephen Curry (fractura en una mano) y ahora las más leves de Draymond Green (un dedo) y D'Angelo Russell (esguince de tobillo). También está en dique seco Kevon Looney. Además, Andre Iguodala acabó en Memphis y Shaun Livingston se retiró.
El resultado de todo este cúmulo de desgracias y despropósitos ha sido que Golden State haya pasado a tener un cinco inicial con un big four el pasado curso a salir de inicio hoy con un quinteto sin estrellas ni jugadores de segundo grado, un quinteto irreconocible para cualquier aficionado.
El quinteto ante Hornets causaba rubor: Ky Bowman, Jordan Poole, Glen Robinson III, Eric Paschall y Willie Cauley-Stein, el peor cinco de inicio que haya presentado en el presente curso ningún equipo de la NBA.
Por si fuera poco, la suplencia la integraban Omari Spellman, Marquese Chriss, Damion Lee y Alec Burks. Lo dicho, una auténtica broma de mal gusto.
A pesar de todo ello, Warriors dominó a Hornets 55-50 en la primera parte. Pero luego llegaron las rebajas y la estricta realidad. El equipo de Kerr solo metió 32 puntos en toda la segunda mitad para terminar perdiendo 87-93 ante Charlotte.
Con este resultado, Warriors presenta esta temporada marca de 1-5 con un lamentable 0-4 como local en su nueva etapa de San Francisco.
¿Qué pensará un abonado que ha pagado un buen dinero para presenciar el gran salto de Golden State Warriors a San Francisco? Nada bueno, seguro.