Las autoridades australianas han abierto una investigación por lo ocurrido en el partido Australia-Estados Unidos, juego de preparación de ambas selecciones para el Mundial de China que se disputó en el Marvel Stadium de Melbourne.
El partido se jugó en un estadio utilizado habitualmente para el fútbol y el rugby y supuso un récord de asistencia a un encuentro de baloncesto en Australia: ¡51.218 espectadores! Hasta ahí todo lo positivo de un partido que acabó con triunfo estadounidense por 86-102.
En lo negativo... demasiadas cosas. Precios desorbitados de parte de las entradas vendidas, que llegaron a costar 1.500 dólares, y asientos desde los que apenas se podía ver el partido, lo que supuso una lluvia de críticas en las redes sociales, una de las cuales fue formulada por el actor australiano Russell Crowe, que asistió el encuentro y consideró un timo pagar tanto dinero por ver un partido así, ausentes como estaban las grandes estrellas de la NBA.
Los precios disparatados surgieron a partir de una organización que vendió el partido como la gran oportunidad para ver a la elite de la NBA, fijando en su acción de venta la presencia de jugadores como LeBron James, Stephen Curry o el australiano Ben Simmons, entre otros muchos que acabaron estando ausentes en la gran cita.
La desbandada en la selección de Estados Unidos hizo que el equipo que presentó en Australia Gregg Popovich nada tuviera que ver con el que anunciaron los organizadores, y es aquí donde entra de lleno la investigación para ver si se ha engañado al consumidor, además de esas entradas desde las que no se veía el partido.
Más allá de todo el escándalo asociado al partido, el deporte en sí deparó un triunfo americano por 86-102 con 23 puntos y 6 asistencias de Kemba Walker y 15 tantos y 14 rebotes de Myles Turner. El NBA australiano Patty Mills metió 19 puntos.