Magic Johnson ha estallado. El expresidente deportivo de Lakers y mito del baloncesto mundial no se ha cortado un pelo al explicar con pelos y señales cómo fue su salida de Lakers y asegurar que Rob Pelinka le apuñaló por la espalda porque quería su puesto.
El peor parado tras las palabras de Johnson es el general manager de Lakers, Rob Pelinka, que tras la renuncia de Magic se ha quedado como la principal referencia de los despachos de la franquicia en materia deportiva.
Las palabras del 5 veces campeón de la NBA en el programa televisivo "First Take" no tienen desperdicio.
"Si vas a hablar de traición, es solo con Rob (Pelinka)", respondió Johnson cuando se le preguntó acerca de qué persona o personas se movieron contra él.
Magic lamentó las murmuraciones de Pelinka a su espalda, las puñaladas que le dio con el fin de quedarse con su puesto. "Empiezo a escuchar que si Magic no está trabajando lo suficiente, que si Magic no está en la oficina...", afirma el expresidente en referencia a lo que iba hablando Pelinka a sus espaldas. Hasta que el 9 de abril no pudo más y dejó su cargo.
Un aspecto importante para dejarlo es que sintió que no le dejaban tomar las decisiones correspondientes a su puesto directivo.
Un punto crucial fue el despido del entrenador, Luke Walton. Magic quería despedir a Walton, al que define como "una gran persona", pero del que pensaba que no había dado la talla suficiente para seguir siendo entrenador jefe de los Lakers. Pero cuando fue a despedirle le dijeron que había que esperar.
Tim Harris, presidente encargado de negocios en Lakers, era partidario de la continuidad de su amigo Walton, metiéndose en un terreno deportivo que le competía a Johnson.
Demasiadas personas en las oficinas de Lakers y fuera de ellas opinando de baloncesto, lamenta Magic, que señaló cómo Harris entró en un terreno que no era el suyo o cómo la propietaria Jeanie Buss contó con opiniones muy cercanas como la de su amiga y directora ejecutiva de Lakers, Linda Rambis, o el exentrenador de Lakers y exnovio de Jeanie, Phil Jackson.
"La gota que colmó el vaso es que yo quería despedir a Luke Walton", insistió Magic, que tras ver que desde sectores del club eran reacios a ese despido explicó lo que pensó en aquel momento: "Tengo cosas que están pasando y se están diciendo a mis espaldas, no tengo el poder que pensé que tenía para tomar decisiones y cuando no tengo el poder que pensé que tenía tengo que dar un paso al lado". Y eso hizo.
Como se puede apreciar, pura dinamita las palabras de Magic Johnson, una bomba que explota de forma retardada en el seno de los Lakers.