Damian Lillard en estado puro, cerebral en el momento adecuado, providencial para su equipo. Portland estaba abocado a perder en Phoenix. El equipo caía por 15 puntos (93-78) a menos de 8 minutos del final y, sin embargo, ganó el encuentro.
Remontada en los minutos finales con un Lillard en estado de gracia. El base acabó con 40 puntos, 10 rebotes y 5 asistencias, lanzó 27 veces a canasta y tuvo 15 libres en su mano. Pero por encima de todo estuvo un doble hecho: metió 19 puntos en el cuarto final y decidió el partido.
Phoenix ganaba 104-102 y el partido caminaba hacia su final. Lillard empató a 104 con 28 segundos por jugar. Entonces, los Suns perdieron el balón porque Troy Daniels no fue capaz de ponerlo en movimiento. Le pitaron violación de 5 segundos. Y llegó la última jugada, la de Lillard contra el mundo.
El base se zafó de la marca de Elfrid Payton y penetró hasta el aro superando todos los obstáculos para dar la canasta del triunfo a su equipo cuando restaban 9 décimas de segundo para el final. Fue la culminación de un gran partido.
Portland fue capaz de ganar la partida sin llegar al 40% en el tiro, tirando mal de 3, dando solo 15 asistencias. Sus grandes patrimonios fueron el control del balón -solo perdieron 6 posesiones- y su base titular.
Además de Lillard, C.J. McCollum sumó 21 puntos en una noche bien discreta y Jusuf Nurkic acabó con doble-doble.
En Phoenix, 30 puntos, 9 rebotes y 5 triples de Devin Booker. No lo hicieron mal en la derrota Payton, T.J. Warren y Alex Len.