Kevin Durant está hambriento de títulos. Juega sus segundas Finales de la NBA. Las primeras fueron duras. Perdió 4-1 ante Miami Heat. En la temporada 2011-2012. Cuando jugaba en OKC Thunder. Pero ahora las cosas son diferentes. Porque milita en los todopoderosos Warriors.
Con ese hambre de victoria llegó el alero a su primer partido ante Cavaliers. Y en la cancha explotó su mejor juego. Movido por la ambición. Intenso hasta la médula. Su equipo ganó 113-91 y él fue la gran estrella.
Durant acabó con 38 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias. No perdió un solo balón. Y metió 14 de los 26 tiros de campo que intentó. Corrió la pista a lo grande. Supo ver a sus compañeros. Hizo vibrar a la grada.
En esa grada, su madre. Vivió el partido con una intensidad máxima. Y al final del mismo tuvo un ratito para charlar con su hijo. En la banda. Con las cámaras en plena acción. Todo muy tierno, todo muy salvaje.