El jurado que debía decidir si el entrenador de los Hawks, Mike Budenholzer, iba ebrio al volante cuando fue arrestado por la policía en agosto del año de 2013 ha tardado menos de 3 horas en inclinarse por un veredicto de no culpable que exonera al técnico tras un largo proceso.
Budenholzer, eso sí, deberá abonar una multa de 150 dólares (que se eleva a casi 210 con los recargos) por circular con una de sus luces traseras rotas. Ese fue el motivo por el que inicialmente le dio el alto en Atlanta un agente de policía que, más tarde, decidió detenerle cuando se negó a someterse a un test de alcoholemia ante la sospecha de que estuviera ebrio.
En el juicio, que ha durado 4 días, la defensa de Budenholzer, que siempre se declaró inocente, reconoció haber bebido una copa de vino durante la cena, pero alegó que sus problemas de estabilidad en las pruebas de sobriedad, que se mostraron en video durante el juicio, se debían al nerviosismo y a las lesiones de pie y tobillo que arrastra de su etapa como jugador.
También, que el enrojecimiento que apreció el agente que le detuvo en sus retinas se debía a un problema médico crónico. Así lo atestiguó en el juicio un oftalmólogo desplazado desde San Antonio, donde Budenholzer ejerció durante 17 años de asistente de Gregg Popovich.
El jurado, finalmente, se inclinó por dar más credibilidad a los argumentos de la defensa de Budenholzer que a los de la fiscalía. De haber sido declarado culpable, el técnico podría haber recibido una condena de hasta 1 año de cárcel, así como una multa de 1.000 dólares y la retirada del permiso de conducir. Además, habría sido sancionado con varios partidos de suspensión por la NBA.