El partido tenía su morbo. Mucho morbo. DeAndre Jordan se veía las caras con Dallas Mavericks tras el fiasco al que sometió este verano al equipo texano por su fichaje 'interruptus'. Por fortuna para el jugador, el partido se jugaba en Los Ángeles.
Jordan se quedó en los Clippers tras haber alcanzado un acuerdo verbal con los Mavericks y aquello destapó la caja de los truenos. Hoy día todavía no se ha olvidado en Dallas su modo de proceder.
Pues bien, los Clippers ganaron anoche a los Mavericks en el Staples Center por 104-88 y Jordan no tuvo mucha piedad en los tableros de su damnificado rival. Hizo solo 6 puntos, pero capturó 15 rebotes y puso 4 tapones.
A la finalización del choque, el jugador reconoció que había sido "un partido emotivo", pero cuando desarrolló la idea se refirió exclusivamente al hecho de que había sido la apertura del campeonato ante su afición, eludiendo cualquier referencia al rival.
Poco condescendiente había sido Mark Cuban, propietario de los Mavs, antes del choque: "Puedes cambiar al propietario, puedes cambiar a los jugadores, pero los Clippers son todavía la franquicia que han sido en los últimos 30 años".
Parece claro que no está el horno para bollos. Y es que algunas heridas tardan en cicatrizar.