Baño de masas el que se dieron ayer los componentes de Golden State Warriors en la celebración del título de la NBA por las calles de Oakland. Fuentes policiales hablan de unas 500.000 personas a lo largo del recorrido festivo.
La comitiva formada por varios vehículos descubiertos partió a las 10 de la mañana, hora local en la Bahía de San Francisco, pero algunos aficionados se habían apostado ya en las calles horas antes para hacerse con un buen sitio para ver el momento histórico.
La afición estaba encendida y la ciudad se vistió de amarillo y azul olvidando las malas noticias que suelen lastrar a Oakland, noticias relacionadas con la violencia y la corrupción. No era para menos, los Warriors estaban celebrando su primer título en 40 años y el cuarto de su historia, no todos con sede en California.
En la fiesta estuvieron presentes los alcaldes de San Francisco, San José y Oakland, pero todas las miradas se centraban en los verdaderos protagonistas: los jugadores, con Stephen Curry a la cabeza, el cuerpo técnico capitaneado por Steve Kerr... Y Riley Curry, la pequeña hija de Stephen Curry, todo un fenómeno mediático a sus 2 años.
En definitiva, día grande en la Bahía de San Francisco y día grande para los Warriors, que fueron felices en loor de multitudes.