Boston deja atrás un primer año de transición,...para encarar el segundo de los cuatro o cinco inicialmente pactados. 82 partidos que significaron solo el prólogo de un libro en el que Brad Stevens seguirá escribiendo este año sobre la paciencia que ha de presuponerse a un equipo que se construye de la nada, aunque se llame Boston Celtics y sea el más laureado del baloncesto profesional norteamericano.
Paciencia para asimilar una nueva forma de jugar mucho más rápida y acorde al prototipo actual de jugador de los Celtics: Joven, versátil y -a tenor de lo visto hasta ahora en pretemporada- triplero.
Y para dirigirlos en pista sentemos una premisa a la que llamaremos Rajon Rondo.
Un Rondo que, tras varios años sin un 'backup' de confianza, cuenta esta temporada con un aprendiz por pulir llamado Marcus Smart.
A su lado, el recién renovado Avery Bradley, Marcus Thornton y Evan Turner, que tendrán que asumir esas mismas funciones de pupilaje con el otro novato, James Young, que se estrena en la liga tras un verano en el que apenas ha podido entrenar y ha enlazado una lesión con otra.
Y junto a Rondo, la base del equipo debería ser Jeff Green, que pasa por ser el máximo anotador y el primer brazo ejecutor a las creaciones de Rondo. 'Pasa por ser' porque así lo dice la estadística, no sus sensaciones en pista, siempre entre el calor de un 'buzzer beater' en Miami y el frío de una de tantas noches cualquiera.
Su versatilidad y clase a la hora de correr la pista y encarar al aro deberían ser primera opción de un equipo que quiere hacer de la carrera, la rápida circulación y el lanzamiento exterior su santo y seña particular.
Y por dentro se mantiene Brandon Bass que, con la casa en venta y la dupla Jared Sullinger-Kelly Olynyk comiéndole cada vez más minutos, es uno de los candidatos a saltar en cualquier traspaso en busca de más juventud y futuras rondas del draft.
Un juego interior que combina versatilidad en Olynyk, un maravilloso juego al poste -o al culo- de Sullinger y, desde este verano, algunos centímetros de más con Tyler Zeller, que se atisba como el único 'center' en el que depositar alguna esperanza -tampoco muchas- de entre los que actualmente conforman el roster.
Todo junto y bien meneado sigue pareciendo insuficiente para hacer de estos Celtics un buen 'cocktail' con el que emborracharte cada noche. Sin la mayoría de edad baloncestística, una o dos alegrías semanales serían más que suficientes para un equipo que, en su segundo año juntos, busca madurar a la espera de que Danny Ainge incorpore el chorro de alcohol definitivo.
(José A. Pérez es editor del blog unabutacadelgarden.com, dedicado a los Boston Celtics. Podéis seguirle en Twitter en @jose13bis)