Por fin ha llegado el esperado anuncio. LeBron James ha confirmado que será agente libre y los medios y las redes sociales se han revolucionado especulando sobre el posible destino de la estrella más mediática de la liga en la actualidad. Pero no parece que vaya a ir muy lejos.
Tras cuatro finales seguidas con Miami y pese a caer derrotado en dos de ellas, LeBron parece estar donde quiere estar, haciendo historia. Situando a los Heat en el mapa de las grandes franquicias de la NBA, siguiendo los pasos de su admirado Michael Jordan.
James sabe que la mejor manera de imprimir su nombre de forma aún más indeleble en la historia de la NBA es ligar su éxito individual al éxito colectivo de una franquicia. Que los Heat sean recordados como el equipo al que hizo grande LeBron, como los Bulls serán siempre el equipo de Jordan.
Una decisión que marca el camino
Por eso, su decisión de convertirse en agente libre ha de mirarse más como un paso necesario para seguir recorriendo ese camino que como un paso para intentar alejarse de su actual equipo.
Si quiere seguir haciendo historia, con las condiciones actuales que marca el convenio de la NBA, el paso más lógico es el que ha dado, salirse de su actual contrato para poder renovar con un menor salario que permita a los Heat tener mayor margen para reforzar el equipo. Sobre todo, después de que los Spurs hayan puesto en evidencia la necesidad de dar más profundidad a la plantilla.
Además, su anuncio, varios días antes de la fecha límite, es un mensaje claro a sus hasta ahora compañeros de aventura -Dwyane Wade y Chris Bosh- para que sigan sus pasos. No se entendería que Wade y Bosh no renunciasen también a sus actuales contratos para buscar una renovación de larga duración, pero a la baja, que ayude a reforzar el equipo.
Si Wade o Bosh deciden mantenerse en sus actuales acuerdos, los planes para potenciar la plantilla se encontrarán con un palo entre las ruedas y sólo entonces será cuando haya verdadero riesgo de que LeBron empiece a mirar a otros equipos como posible destino. Pero parece difícil, casi imposible, que ninguno de los dos se arriesgue a ser visto como la causa de la marcha de LeBron. La afición de Miami no se lo perdonaría.
Por lo tanto, en los próximos días, leeremos mucho sobre el interés de otros equipos y sus posibles ofertas, muchos aficionados tendrán una oportunidad para soñar con que LeBron se una a su franquicia preferida, pero lo cierto es que sería una enorme sorpresa que no le viéramos el próximo año vistiendo la camiseta que ha vestido durante las últimas 4 temporadas. Es algo casi inimaginable.