La noche soñada cobrando forma hasta hacerse realidad. La noche soñada por el jugador de ascendencia boricua Shabazz Napier y su equipo, Connecticut. La noche soñada por su entrenador, Kevin Ollie, y por toda la afición de los Huskies. Victoria ante Kentucky en un AT&T Stadium de Arlington poblado con 79.238 espectadores (récord en una final) y cuarto título para un programa más que exitoso.
UConn suma ya 4 títulos universitarios en 15 años (1999, 2004, 2011 y 2014), los 2 últimos con Napier en sus filas. Si en 2011, Kemba Walker fue el MOP del torneo, esta vez lo ha sido el jugador de origen puertorriqueño, que hizo un partidazo en la final y un March Madness espléndido.
Nunca un cabeza de serie número 7 había logrado ganar el campeonato y Kevin Ollie se convierte en el primer entrenador en ganar el título llevando solo 2 temporadas al frente de un equipo desde que lo hiciera en 1989 Steve Fisher con Michigan. Son datos a tener en cuenta.
Connecticut 60 Kentucky 54
La final fue de UConn, equipo que llevó la iniciativa en el marcador y tuvo en sus manos el tempo del partido con sus largas posesiones marca de la casa y su mayor templanza a la hora de acomodarse a la tremenda pasión que implica un partido como éste.
Connecticut llegó a tener 15 puntos de ventaja a lo largo de la primera parte, aunque vio que al alcanzar los vestuarios para descansar solo conservaba 4 tantos a su favor: 35-31. Por entonces, ya brillaba con luz propia Napier, autor de 15 puntos en esa primera mitad, una primera mitad en la que insufló energía a los suyos sin descanso.
La segunda parte, mientras, fue un ejercicio de control por parte del equipo de Ollie, que sintió como amenaza las personales cerniéndose sobre sus hombres altos y poco más. Porque en Kentucky el único jugador verdaderamente lúcido fue James Young (tremendo su mate ante Amida Brimah).
Por lo demás, a los chicos de John Calipari les mataron sus 13 pérdidas de balón y, sobre todo, su falta de precisión desde el tiro libre. Sus 11 tiros libres fallados les costaron medio partido. Más cuando el rival se fue del choque con un inmaculado 10 de 10 que a nadie debe extrañar, ¡porque UConn finalizó el Torneo de la NCAA con un 101 de 115 en los libres, un 87,8%!. Jamás un equipo que jugó al menos 3 partidos en el torneo había alcanzado tal maestría en el tiro libre. El récord lo tenía St John's con un 87% en 1969.
Esa maestría en los libres se trasladó al final del partido respecto al control de la situación. Kentucky había sido a lo largo de todo el torneo, tanto en marzo como ya en abril, un equipo inabordable en los últimos segundos. Había decidido todos sus partidos a última hora y había tenido como ángel de la guarda a Aaron Harrison. Pues bien, esta noche ni Aaron Harrison ni el resto de sus compañeros pudieron sustraerse a la presión en los minutos finales. Todo fue muy distinto a los anteriores partidos.
A todo ello hay que unir que la defensa de Huskies limitó tremendamente el daño que pudiera ocasionar Julius Randle en la pintura. Y el partido fue de los exteriores de Connecticut, de Napier y de Ryan Boatright.
Napier terminó con 22 puntos, 6 rebotes, 3 asistencias y 3 robos, además de meter 4 triples. Y Boatright firmó 14 tantos, 4 rebotes, 3 asistencias y 3 recuperaciones tras encestar 5 de sus 6 tiros a canasta. Además, 10 puntos de Niels Giffey. Esta vez, DeAndre Daniels ejerció de secundario con 8 tantos y 6 rebotes.
En los Wildcats de Calipari, partidazo de James Young con 20 puntos y 7 rebotes, un Young que fue excepción desde la línea de personal al hacer un 8 de 9. Pero sus compañeros no le acompañaron en el juego. Randle no estuvo mal, pero tampoco estuvo desequilibrante. Acabó con 10 tantos, 6 rebotes y 4 pases de canasta. Y Andrew Harrison ofreció 8 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias.
El partido se acabó de facto cuando Lasan Kromah anotó 2 libres a 25 segundos del final para poner el 60-54 en el marcador. Acto seguido, Aaron Harrison buscó otro de sus triples milagrosos, pero esta vez no entró, como tampoco lo hizo el de su hermano Andrew Harrison tras el rebote de Kentucky. Ahí todo finalizó y la fiesta de los Huskies comenzó.
Sonó la bocina final entre el delirio de los ganadores. Con Napier tumbado sobre la pista llorando para después compartir su llanto feliz con Ollie. Eran los dos grandes triunfadores dentro de un programa triunfal. Un programa que ha jugado 4 finales universitarias en los últimos 15 años y las ha ganado todas. Un programa que tras ser sancionado después de ganar el anterior título renació de sus cenizas para volver a ganar. Una resurrección deportiva al alcance de muy pocos.