Catástrofes a pares, pero con muchos matices. La primera protagonizada por Chicago Bulls y la segunda por Brooklyn Nets. Ambas en jornada dominical.
Los Bulls afrontaban su primer partido de la temporada tras la lesión de Derrick Rose y parece claro que el varapalo psicológico para la plantilla ha sido enorme porque en su primera reacción al infortunio de su estrella el equipo ha dejado ver un vacío infinito. Tan grande ha sido el golpe, que los de Illinois han perdido por 39 puntos en Los Ángeles tras encajar 121 puntos a manos de unos Clippers que se han divertido sin pausa. Ha sido una paliza brutal.
Mientras, Brooklyn Nets volvía a afrontar un partido con muchas bajas importantes, pero parecía dispuesto a sobreponerse. Y eso ha hecho en la primera parte. Pero ha sido llegar su casi siempre fatídico tercer cuarto y venirse nuevamente abajo tras el descanso. Parcial de 15-34 en ese tercer período y derrota, la quinta consecutiva de la escuadra de Jason Kidd, una escudra desnortada a la que ni siquiera le sirvió el partidazo que hizo Joe Johnson.
L.A. Clippers 121 Chicago 82
La plantilla de los Bulls tenía la cabeza en otro sitio. Tal vez, prendida en la tremenda depresión que ha causado a jugadores y afición la nueva pérdida de Derrick Rose, su líder. Y así no se puede jugar. El equipo llegó lógicamente tocado al Staples Center y salió de él en modo depresión profunda.
Porque Chicago se llevó de Los Ángeles una soberana paliza, la más grande que los Clippers hayan dado a lo largo de su historia a los Bulls.
El 65-52 de la primera parte no hacía presagiar nada bueno para los visitantes. Que un equipo de Tom Thibodeau reciba 65 puntos en una primera parte ya es sintomático de que algo marcha muy mal. La defensa era un fiasco absoluto y los Clippers se iban a vestuarios habiendo metido el 62,5% de sus tiros, con los exteriores J.J. Redick y Jared Dudley sumando entre ambos 29 puntos y haciéndole un traje a un juego exterior de Chicago sin Derrick Rose y Jimmy Butler, sus dos exteriores titulares.
Mientras, Blake Griffin dominaba a su antojo la zona y Chris Paul repartía ya a mitad de partido 11 asistencias. El desastre de Chicago empezaba a rumiarse. Y así fue. Porque todo fue a peor.
Si en la primera parte la defensa visitante fue una broma, en la segunda apenas mejoró con la hecatombe que supuso el hundimiento de la ofensiva también: 30 puntos de Bulls en la segunda parte y sólo 9 en el último cuarto, que fue ya humillante.
En la segunda parte Clippers llegó a acumular 42 puntos de ventaja para terminar ganando por 39 con un 58,5% en el tiro, 32 asistencias por sólo 9 pérdidas y fiesta para todo el equipo, incluido el debut de Antawn Jamison, que se unió con 11 puntos en 14 minutos. Fue un estreno más que plácido.
Ningún titular superó los 27 minutos de juego, pero a todos les dio el tiempo para mucho. Jared Dudley metió 21 puntos en 22 minutos con 8 de 10 en el tiro, incluidos 4 triples, J.J. Redick añadió 19 tantos, Chris Paul sumó 16 puntos y 17 asistencias y Blake Griffin se fue a 15 tantos y 12 rebotes.
Los Bulls robaron 2 balones y perdieron 15. Se les vio tocados al principio y hundidos al final. Su defensa fue una pantomima y sólo se salvaron Luol Deng -22 puntos y 6 asistencias- y la primera parte de Carlos Boozer. Los suplentes estuvieron muy mal y el que ha de ser ahora el segundo base, el suplente de Kirk Hinrich, Marquis Teague, hizo 0 puntos y 1 asistencia en 20 minutos, todo un aviso para navegantes. Depresivo el partido de Chicago.
Brooklyn 97 Detroit 109
Depresión es una palabra que podría describir también muy bien el estado de las cosas en los Nets en este arranque de temporada. Derrota en el Barclays Center, balance de 3-10, quinto partido perdido de forma consecutiva y silbidos del público local a su equipos. El nuevo proyecto de Mikhail Prokhorov anda herido nada más arrancar.
Y eso que Nets empezó con un nivel aceptable. Kevin Garnett, por ejemplo, metió las 2 primeras canastas del equipo... para luego no volver a anotar un solo punto en el partido. Y así fue todo, de más a menos. Porque los locales firmaron una buena primera parte. Se pusieron 10 arriba (51-41) al filo del descanso con un triple de su mejor hombre, Joe Johnson. Sin embargo, un 2+1 a 0,3 segundos del final protagonizado por Greg Monroe llevó el partido al descanso con un 51-44. Caras amables en la grada todavía.
Pero llegó el tercer cuarto y, como viene sucediendo en toda la temporada, el equipo se hundió irremisiblemente. Parcial de 15-34 para un 66-78 al final del tercer período. Un cuarto, este tercero, en el que Nets metió 0 puntos en la pintura y Pistons hizo 20. Una auténtica locura.
Como consecuencia de ello, Kidd prescindió de todos sus titulares y apostó por un quinteto formado por Tyshawn Taylor, Alan Anderson, Tornike Shengelia, Mirza Teletovic y Mason Plumlee. Toda una declaración de cabreo, todo un toque de atención. Pues bien, ese equipo de suplentes muy suplentes no lo hizo mal. Algunos como Teletovic, estuvieron de inicio, incluso brillantes. Poco a poco, Kidd fue incorporando a algunos titulares al equipo, pero hubo más castigo a los interiores, Kevin Garnett y Andray Blatche, y a Paul Pierce. De hecho, el dúo Pierce-Garnett no volvió a pista hasta que quedaban 4 minutos de juego. Por entonces, Nets iba 8 abajo, mejor que cuando se fueron.
De todos modos, el triunfo visitante nunca peligró. Unos Pistons dominadores que arrasaron en el tercer cuarto más por demérito del rival. Eso sí, estupendo Rodney Stuckey, autor de 27 puntos y 6 asistencias. Greg Monroe firmó 18 tantos 11 rebotes y Brandon Jennings se fue a 14 con 10 asistencias. No lo hizo nada mal Kyle Singler, que se emparejó en minutos importantes del último cuarto con Teletovic en un duelo de dos ex de la ACB. Charlie Villanueva produjo bastante tras varios partidos sin jugar: 8 puntos, 3 rebotes y 2 tapones en 12 minutos. No está nada mal.
De nada le sirvió a los locales meter 14 de 26 triples ni tener a un increíble Joe Johnson, autor de 34 puntos con 8 de 10 triples. Pierce encestó 19 puntos, Teletovic metió 3 triples en 14 minutos de juego... pero nada brilla en este equipo, un equipo que perdió 18 balones y que terminó silbado por la grada y con Jason Kidd y Lawrence Frank en el banquillo con caras desencajadas por la tristeza.