ANÁLISIS / PREVIA TEMPORADA 2013-14: CONFERENCIA ESTE

Los rivales se refuerzan para intentar hacer sombra a Miami Heat

Brooklyn, New York, Indiana y Chicago buscan apurar a los actuales campeones

Ángel Mustienes |

LeBron James mira al gran acaparador de anillos, Bill Russell
LeBron James mira al gran acaparador de anillos, Bill Russell (MCT/Zuma Press/Icon SMI)

En la Conferencia Este parece haberse formado un repóker de equipos aventajados que no han de tener problema alguno para quedar los 5 primeros. En la cúspide de ese quinteto están los actuales campeones, Miami Heat, el equipo a batir. Aunque tal vez su dominio no va a ser tan incontestable como muchos presumen.

Porque sus 4 rivales más fieros se han reforzado de modos bien distintos. El más notable a la hora de armar un equipo mayor ha sido Brooklyn Nets, que ha hecho un plantillón a base de talonario ruso. Pero no será la única amenaza para Heat. Los Knicks, por ejemplo, tienen una plantilla especialmente equilibrada. La franquicia ha cuidado mucho el tener al menos 2 jugadores por puesto... y los tienen. Indiana Pacers, que no olvidemos que llevó a Miami a un 4-3, ha fichado a Luis Scola, una pieza que convierte el juego interior del equipo en un lujo. Y Chicago ha realizado el mejor fichaje que pudiera soñar, que no es otro que recuperar en plenitud a Derrick Rose.

Ante todos estos refuerzos, Miami ha apostado por la continuidad. Sus movimientos han sido escasísimos. Pero tiene a LeBron James, claro.

Tras este cinco de gala, Detroit Pistons aparece como el sexto en discordia. Es una de las escuadras que mejor ha aprovechado el mucho dinero del que disponía este verano. Los otros 2 puestos de playoffs parecen muy abiertos: Atlanta, Cleveland, Washington, Toronto... ¿quién sabe?. Como nadie sabe muy bien qué será de los Celtics.

DIVISIÓN ATLÁNTICO

BOSTON CELTICS: Malos tiempos para el orgullo céltico. Temporada de transición la que se avecina, por no decir de penurias. El proyecto que alumbró un anillo se ha hecho ya añicos. La edad de sus componentes y sus elevados salarios así lo requerían, aunque a la franquicia le ha faltado tacto a la hora de maniobrar este verano. El resultado ha sido la partida de un entrenador de campanillas, Doc Rivers, de Kevin Garnett y, lo que es peor, de un Paul Pierce adorado por la grada que le había visto de cerca durante toda su carrera profesional. También se marchó Jason Terry. No es difícil adivinar lo molesta que ha quedado la afición. Y es que a cambio de todo esto ha llegado un entrenador novato en la NBA, un joven Brad Stevens que lo bordó en la Universidad de Butler, y una plantilla sin atisbo alguno de grandeza, más aún con Rajon Rondo en el dique seco en la primera parte de la temporada. No queda más que ver cómo evoluciona Jared Sullinger y qué ofrecen novatos como Phil Pressey, Kelly Olynyk y Vitor Faverani. Por lo demás, Avery Bradley volverá a ser un referente defensivo y Gerald Wallace, Jeff Green y Brandon Bass pondrán las dosis de juego realista y efectivo. El 41-40 de la pasada campaña es un sueño vedado y los playoffs parecen muy, pero que muy complicados.

BROOKLYN NETS: Frente al derrotismo que se respira en Boston a la euforia que se adivina en Brooklyn, donde la audaz billetera del magnate ruso Mikhail Prokhorov ha fabricado un proyecto más que atractivo que no mira tasas de lujo y sí cuotas de audiencia. Porque estamos ante un proyecto que sitúa en planos equidistantes el lujo deportivo y la fascinación mediática. Sólo así se explica tal nómina de nombres grandres. Al equipo han llegado Kevin Garnett y Paul Pierce, pero también Jason Terry y Andrei Kirilenko (el ruso en una extraña apoteosis de la beneficencia). Además, fichaje para estos nuevos Nets de un entrenador novato con renombre mundial: Jason Kidd. Y es que éste es un equipo al que al entrenador se le retira la recién abandonada camiseta de jugador. Lo más salvaje es que todo este arsenal se une a un equipo que ya disponía de una base perturbadora por su calidad, una base integrada por Deron Williams, Joe Johnson y Brook Lopez. Por si fuera poco, secundarios utilísimos como Andray Blatche o Reggie Evans en un fondo de armario que se permite lujos como Mirza Teletovic. Como se conjunten, será tremendo.

NEW YORK KNICKS: El lío en Nueva York está montado y da gusto que así sea. El tinglado de rivalidad creciente nacida este verano entre dos franquicias podridas de talento hace crecer un gigantesco mercado, el neoyorquino, y hace salivar a la NBA. Mientras los Nets hacían de Brooklyn un paraíso mediático estival, los Knicks se reforzaban con inteligencia, alejados de las veleidades que saturaron el universo de Jim Dolan hace años. Ahora, la cosa es distinta. Los Knicks cuentan con un entrenador consolidado, Mike Woodson, con una estrella en creciente trayectoria que aún ha de demostrar que es ganadora o al menos casi ganadora, Carmelo Anthony, y con un equipo perfectamente equilibrado que está pendiente de si Amar'e Stoudemire puede jugar al menos 20 o 25 minutos y si las últimas incorporaciones, Andrea Bargnani y Metta World Peace, se acoplan rápido o no a su nuevo equipo. Además, la llegada de Beno Udrih convierte a los Knicks en un equipo con un trío muy solvente en el puesto de base -Pablo Prigioni repite en su feliz experiencia NBA- y Tim Hardaway Jr. hace abrigar ciertas esperanzas con su prometedora pretemporada. Todo ello, con una base ya formada de la pasada campaña, la que integran Raymond Felton, J.R. Smith, Iman Shumpert, Carmelo Anthony y Tyson Chandler. Su techo está alto: 54 victorias y segundos en el Este.

PHILADELPHIA 76ERS: De la luminosidad de Nets y Knicks a la zozobra de los Sixers. Se puede decir que estamos ante uno de los peores equipos de la liga. El 'efecto Bynum' resultó demoledor, pero lo peor es que parece que este equipo no aprende. Se quedaron la pasada campaña con su estrella en blanco y en ésta repiten hazaña y su gran apuesta en el draft, Nerlens Noel, también se quedará sin jugar todo el año. Por si fuera poco, éste es un equipo que todavía soporta en su plantilla la tomadura de pelo perpetua de Kwame Brown y que fichó a Royce White para tener que cortarlo porque no tenía remedio. Es decir, estamos ante la quinta esencia del desastre, de las malas decisiones, aunque con Noel habrá que tener paciencia. De este modo, complicado lo tiene Brett Brown. El equipo es una pena. Ha dejado ir a Jrue Holiday, Nick Young y Dorell Wright, como si le sobrara talento, y la única ilusión que puede albergar el aficionado es recibir al novato Michael Carter-Williams, soñar con el despegue de Evan Turner o sentir que todavía dispone de jugadores decorosos como Spencer Hawes o Thaddeus Young, que se rumorea que podría durar poco en el equipo.

TORONTO RAPTORS: Los Raptors venden al menos esperanza. A la franquicia ha llegado Masai Ujiri, constructor exitoso de los Nuggets que fue elegido Ejecutivo del Año. Ha llegado Ujiri a un equipo que no se movió mal en el mercado la pasada temporada y que se ha despedido este verano de Andrea Bargnani, una apuesta que se reveló fallida como número 1 del draft. Los de Ontario contarán con una columna vertebral formada por Kyle Lowry, DeMar DeRozan y Rudy Gay que no está mal, pero tampoco es para tirar cohetes. Lo bueno es que tienen mimbres para hacer equipo o al menos espíritu de equipo. Jugadores como Landry Fields, Amir Johnson o Tyler Hansbrough tienen ese corte. A ellos hay que añadir el tiro llegado de Nueva York en la figura de Steve Novak, el crecimiento de Terrence Ross y el talento notable de Jonas Valanciunas, que vivirá una importante temporada. Porque de que explote o no Valanciunas dependerán las opciones de playoff.

DIVISIÓN CENTRAL

CHICAGO BULLS: La ilusión ha vuelto al United Center. No es para menos tras ver el nivel del equipo en la pretemporada -8 victorias en 8 partidos- y, sobre todo, el sobrecogedor regreso a las pistas de Derrick Rose, con un ritmo, una explosividad y una fortaleza inesperados: 20,7 puntos y 5 asistencias en 27 minutos. Y todo ellos sin contar prácticamente con Joakim Noah, que ha de ser sí o sí el segundo hombre por importancia de este equipo. Con Rose y Noah sanos, el apoyo de calidad de Luol Deng y Carlos Boozer y el crecimiento de un Jimmy Butler que dejó el pabellón altísimo al final de temporada y no quiere detenerse... el equipo llegará muy lejos. Para que así sea, los Bulls disponen de un entrenador implacable. Porque Tom Thibodeau es un técnico inmisericorde. Lo quiere todo y a todas horas. Ambicioso, minucioso, exigente, Thibodeau ya ha dado muestras de su firma en la pretemporada. Los rivales han anotado una media de 86 puntos y él no se ha cortado a la hora de exigir a sus figuras. El objetivo no es otro que recuperar el lugar perdido sin Rose y poner en serios aprietos a Miami. La labor de jugadores como Taj Gibson, Kirk Hinrich o Mike Dunleavy tampoco será desdeñable. Todo desde la defensa y ese fondo físico que tanto trabaja Thibodeau de la mano de Fred Tedeschi. Perder a Marco Belinelli y Nate Robinson no es nada cuando se ha recuperado a Rose.

CLEVELAND CAVALIERS: Mike Brown está de vuelta y tiene un equipo de posibles donde antes sólo había escombros. Porque la partida de LeBron James dejó a los Cavs hechos unos zorros, una situación quebradiza que con el tiempo se ha conseguido restañar. Ahora, los Cavaliers tienen piezas para pensar en luchar por los últimos puestos de playoffs más allá de que la pasada campaña sólo consiguieran 24 triunfos. Los playoffs serían un hecho incuestionable si Andrew Bynum rindiera a buen nivel, pero eso, por ahora, es pura ciencia ficción. Aunque no lo hiciera, Cleveland ha sido más inteligente que Philadelphia. Por una parte, no ha puesto demasiado dinero en riesgo con Bynum y, por otra, tiene a Anderson Varejao y Tyler Zeller para cubrirse la espaldas. Junto a ellos un equipo joven y con talento. Empezando por su máxima figura, Kyrie Irving, y siguiendo por Dion Waiters, Tristan Thompson -muy bien en octubre-, el citado Zeller o el número 1 del último draft, Anthony Bennett. A esa juventud hay que unir refuerzos interesantes como Earl Clark, Sergey Karasev y, sobre todo, Jarrett Jack, toda una garantía.

DETROIT PISTONS: Los Pistons disponían de una amplia billetera este verano y no han desaprovechado su dinero. Es cierto que sus dos grandes fichajes no tienen una IQ formidable, pero no es menos cierto que Brandon Jennings y Josh Smith derrochan talento para el juego. Deberán conformar Jennings y Smith la espina dorsal del equipo junto a esa pareja interior que llena de emoción a cualquiera: Greg Monroe-Andre Drummond. Son dos jugadores perfectamente complementarios y el joven Drummond ya ha estado a un gran nivel en octubre. Encima, el equipo se ha reforzado con la inteligencia de ese viejo hijo pródigo llamado Chauncey Billups, que hará vestuario con los jóvenes, el buen baloncesto del italiano Gigi Datome y la posible proyección de novatos como Kentavious Caldwell-Pope y Peyton Siva, aunque lo tendrán difícil por la sobredosis de bases y escoltas que tiene el equipo. La duda, mientras, se cierne sobre Rodney Stuckey. Veremos su acomodo a esta plantilla, al igual que el acomodo de Kyle Singler. Lo cierto es que Joe Dumars va a exigir a Mo Cheeks y con razón. El equipo debe estar en playoffs con total comodidad.

INDIANA PACERS: El equipo que dejó a todos boquiabiertos en los pasados playoffs. Tremenda pirámide profesional la que van a formar Herbert Simon, Larry Bird y Frank Vogel, un fantástico entrenador que tiene asistentes de lujo como Nate McMillan. El equipo llegó a la final del Este y apuró a Miami hasta un increíble 4-3. Y el centro de ese equipo permanece. Siguen George Hill, David West, el cada vez más influyente Roy Hibbert y el estelar Paul George, el jugador que podría dar este año el salto definitivo a la categoría de megaestrella. Habrá que ver. A este equipo con mayúsculas, porque tiene una confección con un corte colectivo sin quiebra, se une Luis Scola como bomba de relojería interior que partirá desde el banquillo. Un lujo asiático al alcance de muy pocos equipos. Si encima se recuperara Danny Granger... sería ya el acabose. Aunque no parece nada probable que Granger pueda recuperar el gran nivel que tuvo antaño. Eso, hoy por hoy, es un sueño y poco más. Lance Stephenson y el recién incorporado Chris Copeland tendrán que ayudar puntualmente a este grupo, que está llamado a grandes cosas.

MILWAUKEE BUCKS: En el lado opuesto de Indiana está Milwaukee, un equipo venido a menos, aunque nunca estuvo en un lugar luminoso. Al menos, la pasada campaña se clasificó para playoffs, aunque fuera con una marca lastimosa de 38 victorias. De aquel equipo a éste median dos bajas, las de Brandon Jennings y Monta Ellis, lo que ha dejado al equipo sin figuras, sin referencias ofensivas claras. Es cierto que ni Jennings ni Ellis hacían equipo a manos llenas, pero no es menos cierto que garantizaban espectáculo y animaban a comprar una entrada. Frente a eso, Milwaukee queda ahora reducido a un gran ejército de jugadores de nivel medio, algunos de los cuales atesoran gran calidad. Pero no hay estrellas. Y todo con un inconveniente máximo para Larry Drew: ¡sólo permanecen 4 jugadores de la anterior plantilla!. El trabajo del cuerpo técnico puede ser inabarcable. Eso sí, queda como columna del pasado Larry Sanders, Ersan Ilyasova y John Henson. Entre los recién llegados, jugadores de todo pelaje y muy distinta condición: Brandon Knight, Caron Butler, O.J. Mayo, Gary Neal, Giannis Antetokounmpo (el novato impronunciable), Luke Ridnour y Carlos Delfino. Al menos, los dos últimos conocen la casa.

DIVISIÓN SUDESTE

ATLANTA HAWKS: Danny Ferry apuesta por un viejo conocido, aunque sea joven, en el banquillo: Mike Budenholzer. Un técnico que lleva toda su vida a la sombra de Gregg Popovich, una gran sombra cuyo cobijo puede dar gran sabiduría. Pero lo cierto es que Atlanta no se ha comportado sabiamente en los últimos años. Tuvo un equipo para construir un proyecto más que interesante y ese proyecto se fue muriendo por falta de riego. Primero se fue Joe Johnson y ahora se ha ido Josh Smith, quedando como única referencia del equipo el dominicano Al Horford, un jugador muy bueno a la par que muy infravalorado. Pero con Horford sin apoyos se va a pocos sitios, como mucho a aspirar a los últimos puestos de playoffs. Al menos, se han quedado con Jeff Teague, que hizo una gran temporada el año pasado, y Kyle Korver, que asegura tiro exterior. Y han llegado refuerzos en la pintura. Porque Atlanta tiene una buena nómina interior con la llegada de Paul Millsap, Elton Brand, Pero Antic y Gustavo Ayón. En el exterior, Louis Williams seguirá siendo efectivo y hay bastantes ojos en el novato alemán Dennis Schoeder, que es una incógnita.

CHARLOTTE BOBCATS: La franquicia de Michael Jordan no puede esperar más que a pasar otra temporada en el infierno. El nuevo entrenador, Steve Clifford, tendrá un equipo de retales que como mucho aspirará a superar sus desastrosas 21 victorias de la pasada campaña. Charlotte tiene mejor equipo que entonces. Fundamentalmente, por las añadiduras que suponen el experimentado Al Jefferson y el novato Cody Zeller. Por lo demás, enésimo episodio para que los jóvenes valores demuestren su verdadera valía. En este sentido, prueba de fuego para Kemba Walker y el muy decepcionante Michael Kidd-Gilchrist. El equipo deberá apoyarse en la fortaleza reboteadora de Bismack Biyombo y en la seguridad ofensiva de Gerald Henderson, porque no se sabe de qué irá este año el otrora buen jugador Ben Gordon. La plantilla es un solar. Casi dan ganas de que dos asistentes de lujo del entrenador Clifford, Pat Ewing y Mark Price, se vistan de corto y se pongan a jugar con el propietario del club. Todos ganaríamos.

MIAMI HEAT: Frente al infierno Bobcats, el cielo Heat. Miami viene de ganar dos anillos consecutivos y es el equipo a batir. Todas las miradas, ¡cómo no!, en LeBron James, el indiscutible rey de la NBA. Los 'haters' ya no tienen sitio donde poder herirle. Pero más allá de la presunta superioridad manifiesta de Miami Heat y LeBron James hay vida. No hay que olvidar que Miami ganó 4-3 en las series finales a Indiana y San Antonio y que con los Spurs estuvo en un tris de perder. Y sus rivales se han reforzado. No parece, por lo tanto, que vaya a ser un camino de rosas. Es cierto que el equipo de Erik Spoelstra está un año más conjuntado y es, por lo tanto, un año más equipo con un líder incontestable como James. Pero no es menos cierto que en su pretensión por mantener sus dominios, no se ha reforzado. Sólo han llegado al club el dudoso Michael Beasley y el todavía más dudoso Greg Oden. Es decir, un número 2 y un número 1 del draft de los que no queda casi ni el recuerdo. El equipo volverá a depender de la batuta inamovible de LeBron y del concierto bien afinado de Dwyane Wade y Chris Bosh. Pero también de secundarios con peso como Shane Battier, Udonis Haslem, Ray Allen, Mario Chalmers, Chris Andersen o Norris Cole. El objetivo es grande, muy grande: ganar el tercer título consecutivo. Pocos equipos lo han logrado.

ORLANDO MAGIC: El hermano pobre, diríase paupérrimo, de Florida. Lejos quedan los oropeles de la etapa de Dwight Howard y de la más lejana de Shaquille O'Neal. Los Magic, ahora mismo, son un equipo sin magia que en la última temporada sumaron solo 20 victorias. Parece difícil caer más bajo. Pero quién sabe. Al menos, la afición podrá ilusionarse con el novato Victor Oladipo. Más allá de él, la nada, el vacío interestelar. Lo único que queda es ver la progresión de jóvenes como Nikola Vucevic, que viene de hacer una gran temporada, Moe Harkless, Tobias Harris o Andrew Nicholson. La experiencia y solvencia habrán de ponerlas jugadores como Jameer Nelson, Arron Afflalo o el recién fichado Jason Maxiell. Y la gran incógnita será Glen Davis. Porque no se sabe muy bien cómo volverá de su lesión.

WASHINGTON WIZARDS: Los Wizards, a diferencia de los Magic, tendrán opciones de playoffs, aunque no dispongan de un equipo para tirar cohetes. De hecho, en el Oeste no tendrían nada que hacer. Pero para su fortuna radican en el Este. El equipo ha incorporado a última hora a Marcin Gortat, que les puede ayudar a alcanzar su objetivo. A cambio se marchó un Emeka Okafor con una hernia discal problemática. También han llegado jugadores que pueden aportar, tales como el novato Otto Porter, el veterano Al Harrington o el base Eric Maynor. Además, Randy Wittman dispondrá en su plantilla de jugadores capaces de ayudar como Trevor Ariza, Trevor Booker y Jan Vesely, si es que el checo se espabila de una vez, cosa que no parece nada clara. Pero no nos engañemos, el peso del equipo lo tendrán que llevar John Wall, que está ante una temporada muy importante, y Bradley Beal, que se ha salido en la pretemporada. Junto a ellos, el poder interior de Nene y el citado Gortat. Tienen piezas para acceder a playoffs o al menos intentarlo.