No todo fueron buenas noticias para los Nets anoche. El equipo venció, D-Will se exhibió, pero uno de sus hombres clave, Brook Lopez, volvió a quebrarse. Al jugador que había sido indestructible en sus 3 primeras temporadas en la NBA parece que le ha mirado un tuerto.
En sus 3 primeras campañas NBA, el jugador formado en la Universidad de Stanford no se había perdido ni un solo partido de temporada regular. Su trayectoria en este sentido era inmaculada: 246 encuentros sobre 246 posibles.
Sin embargo, todo cambió esta pretemporada cuando Lopez se lesionó gravemente un pie, lo que le impidió debutar en la fase regular. No lo logró hasta 2 meses después de empezar la competición. Fue el 19 de febrero.
A partir de esa fecha, 2 actuaciones a nivel medio, para ir adquiriendo tono, y explosión en los 2 siguientes encuentros ante equipos fuertes: 38 puntos a Dallas y 28 a Boston. Todo parecía ir por el camino correcto. Más que correcto, casi perfecto. Hasta anoche. Ante Charlotte, el pívot de los Nets se torció el tobillo derecho y tuvo que abandonar la cancha. No volvió ya. Su próxima imagen pública, saliendo del vestuario apoyado en unas muletas, no movía al optimismo.
Tres semanas fuera
Tras pasar una serie de pruebas médicas, New Jersey ha anunciado hoy que el jugador tiene un esguince de tobillo que le tendrá 3 semanas en el dique seco. Lopez no gana para disgustos. Sólo ha podido disputar 5 de los 38 partidos que ha jugado su equipo. Promedia 19,2 tantos en 27,2 minutos, aunque sólo captura 3,6 rebotes. Pero esas estadísticas no valen, ya que ha estado en acción muy poco tiempo.
Además del trastorno deportivo que supone su ausencia para los Nets, hay que añadir el trastorno gravísimo que supone la lesión de Lopez si el equipo de Nueva Jersey quiere hacer algún tipo de traspaso que lleve una gran figura a la franquicia, especialmente Dwight Howard. Porque sin Lopez sano, las monedas de cambio de gran nivel se evaporan.