Poco a poco, Carlos Delfino se está recuperando de la conmoción cerebral que le ha tenido fuera de las pistas en el último mes. El argentino reconoce haberlo pasado mal al no saber muy bien lo que le ocurría, un proceso del que ha hablado al Milwaukee Journal Sentinel.
En el periódico de Milwaukee, Delfino admite haberse sentido asustado en las últimas semanas ante lo que le ocurría después de haber recibido lo que parecía simplemente un golpe más de los que recibe un jugador a lo largo de su carrera.
“Es frustrante porque es algo que no puedes controlar”, dice Delfino, “No es como una lesión de rodilla de la que te recuperas levantando pesas. Aquí se trata de tu cerebro y en cada cosa que haces lo estás utilizando”.
Y es que Delfino ha estado muchos días sin poder hacer prácticamente nada. “No era capaz de ver la tele o leer en internet o leer un libro, ni siquiera de charlar porque si hablaba me dolía la cabeza. Tenía vértigos y mareos”, confiesa el santafesino.
Afortunadamente, su estado ha mejorado notablemente en las últimas semanas y los síntomas han remitido, aunque no del todo (al 90% según los médicos). “Incluso ahora, si estoy conduciendo, no puedo hablar al mismo tiempo”, asegura, “Si alguien me habla o me llama por teléfono, no puedo mantener la conversación mucho tiempo. Ahora mismo, puedo centrarme únicamente en una sola cosa”.
El resultado de una serie de golpes accidentales
Los problemas de Delfino se iniciaron en el segundo partido de la temporada, ante Minnesota, cuando al recibir una carga se golpeó la cabeza contra la rodilla de otro jugador. No pareció nada importante, como no lo pareció inicialmente el codazo en la oreja que recibió al día siguiente ante los Charlotte Bobcats.
“Fue una de tantas acciones de un partido”, rememora Delfino, “Después del codazo en mi oreja, empecé a sentirme algo tambaleante y más cansado. Pero no me pareció nada realmente grave”.
Desgraciadamente, la cosa no se quedó ahí y el fin de semana siguiente recibió un nuevo golpe fortuito en el pómulo, esta vez del jugador de los Pacers Danny Granger. Fue el golpe de gracia. Delfino terminó ese partido, pero la noche siguiente, ante los Hornets, empezó a sentirse mareado y tuvo que retirarse en la primera mitad.
Poco después, los médicos le diagnosticaron la conmoción cerebral que le ha tenido parado hasta ahora, además de un problema en el vestíbulo del oído en el que recibió el codazo que ha contribuido a amplificar sus vértigos.
Una lesión esta última que le obligará a salir a pista con un protector en el oído cuando vuelva a jugar, un protector que ya ha probado. “No quiero entrenar con él, pero me será útil. Sé que lo voy a llevar y me ayudará. Pero no sé la fecha en la que volveré”, ha dicho el alero, que estos días ha empezado a entrenar de forma suave sobre la bicicleta estática.
Agradece el apoyo de todos
Delfino asegura que su mujer, Martina, ha sido un gran apoyo durante todos este penoso proceso, como lo han sido sus padres, Carlos y Cristina, que se desplazaron desde Argentina hasta Milwaukee para estar con su hijo durante una semana.
El alero de los Bucks ha agradecido a todos ellos su apoyo, así como a todos los miembros de la franquicia y a sus compañeros, que han soportado sus repentinos cambios de humor, otra secuela de la lesión. “Con los síntomas de la conmoción, te cambian las emociones. A veces te pones agresivo o emotivo. Sé que a mi me ha pasado”, reconoce Delfino.
“Ya he tenido 2 conmociones y es algo que puede ser grave si no tienes cuidado”, asegura el argentino, que ya nos dio un susto tremendo a final de la temporada pasada y al que la lesión ha cortado un excelente inicio de temporada con casi 13 puntos de media anotados por encuentro.
Ahora, no puede ni lanzar a canasta, pero ha decidido ser paciente. “Con un poco de suerte, continuaré mejorando poco a poco. El día que pueda lanzar de nuevo, sé que habré dado un gran paso”, afirma. Esperamos poder verle muy pronto sobre la cancha.