Casi 5 meses después del polémico arresto de Carlos Arroyo en las cercanías de Miami, la acusación pública ha retirado los cargos que pesaban sobre él por desobediencia y resistencia a la autoridad. Acaba así un caso que nunca debería haberse iniciado.
El base puertorriqueño se había mostrado desde un principio convencido de que la justicia aclararía la improcedencia de los cargos presentados tras un incidente en el que el jugador fue golpeado por la policía sin que se sepa aún muy bien el porqué.
Arroyo fue detenido el pasado 26 de febrero en Coral Gables cuando circulaba tranquilamente con su coche por una zona residencial camino de una sesión de entrenamiento. La policía le dio el alto por conducir “demasiado despacio”, un motivo insólito que provocó una discusión posterior en la que el boricua supuestamente se enfrentó a los agentes y terminó siendo reducido por la fuerza.
El jugador no ha querido entrar en más polémicas pero, a través de su abogado, Larry Kerr, ha difundido un comunicado en el que asegura que desea “dar las gracias sinceramente a mi familia, a mis amigos, a los aficionados y a la organización al completo de los Miami Heat por su apoyo durante estos momentos difíciles. Me siento muy aliviado de que todo haya terminado y de que todo el mundo sepa ahora que no cometí ningún delito aquella mañana”.
El abogado del jugador ha afirmado por su parte que “aún no entendemos por qué fue arrestado esa mañana cuando se dirigía al entrenamiento” y que para Arroyo, que nunca en su vida había sido detenido por la policía, lo ocurrido ha sido una “experiencia muy traumática”.
Lo cierto es que la retirada ahora de la acusación ante la falta de pruebas parece dar la razón a aquellos que en su día pensaron que al base puertorriqueño le dieron el alto únicamente por ser un hispano circulando en un coche caro y que terminó siendo golpeado y detenido al protestar por tan injusta actuación policial.