LeBron James humilló anoche a Boston Celtics, un equipo campeón, toda una dinastía de éxitos y títulos. Jamás habían perdido los Celtics como local en la postemporada por tamaña diferencia (cayeron por 29). Los Cavs se adelantan 2-1 y parecen encaminarse a la final del Este.
James terminó con 38 puntos, 8 rebotes y 7 asistencias, pero lo verdaderamente importante es cómo rompió el partido en el primer cuarto. Todo ello con un codo tocado. Este chaval lo que está es tocado por los dioses.
Boston 95 Cleveland 124 (1-2)
Golpe de autoridad, y de los grandes, el protagonizado en este tercer partido por LeBron y los suyos, que venían de perder por 18 puntos en el Quicken Loans Arena en el segundo encuentro y de sembrar con ello unas dudas donde antes no las había.
Golpe severo, además, en su vertiente psicológica, que a buen seguro habrá dejado muy tocado al equipo de Rivers. Y es que a las primeras de cambio, en el partido siguiente a la debacle, los Cavs restauraron su estatus y lo restauraron a lo grande: ¡ganando por 29 puntos en el Garden!. Algo que jamás había hecho ningún equipo en la historia de los playoffs.
Lo hicieron anotando un 59,5% de sus tiros de campo y un 91,2 en los libres (31 de 34), lo que atestigua la firmeza del equipo de Mike Brown en su empeño por poner de nuevo las cosas en su sitio. Pero lo hicieron, y esto es lo más importante, imponiéndose desde el salto inicial, rompiendo todos los esquemas al rival desde los primeros minutos, matando el partido prácticamente antes de empezar a jugarlo.
Porque el primer cuarto de los visitantes fue simplemente colosal. Los Celtics aguantaron los primeros 4 minutos (8-10), recibieron un parcial seguidamente de 0-10 (8-20) y todo fue a peor hasta irse al final del primer cuarto con un demoledor 17-36 a sus espaldas que definió el partido.
En esa definición, hubo un hombre, el hombre. No fue otro que el singular LeBron James, que no supo celebrar de otra manera su distinción como MVP que destrozando a su rival con 21 puntos en ese primer cuarto crucial. Otro récord, éste positivo, porque nadie había anotado tantos puntos en un cuarto de playoff en la historia de la franquicia de los Cavaliers.
James las metió de todos los colores y por momentos pareció un hombre jugando con chiquillos. Terminó su monstruosa racha anotadora con un mate a 47 segundos del final del cuarto. Era su punto número 21 cuando para entonces todo el equipo de Boston sólo sumaba 15.
El resto del partido fue un catálogo de impotencia de los locales frente a un rival sin fisura que fue capaz de imponerse en los 4 parciales del encuentro.
LeBron terminó con 38 puntos, 8 rebotes, 7 asistencias y excelentes porcentajes desde todos los lados de la cancha -hizo 14 de 22 en el tiro de campo-, Antawn Jamison le secundó con brillantez al anotar 20 puntos y capturar 12 rebotes en 29 productivos minutos, Shaquille O'Neal colaboró esta vez en los 23 minutos que estuvo en pista, Anthony Parker estuvo perfecto en el tiro, Delonte West aportó desde el banquillo, 11 jugadores anotaron... En definitiva, el equipo funcionó a la perfección. Y hasta Leon Powe tuvo la íntima satisfacción de anotar 4 puntos en el Garden después de que los dirigentes de los Celtics le dejaran tirado como una colilla cuando se lesionó de gravedad vistiendo la casaca céltica.
En los Celtics, no hubo consideraciones estelares ni en individual ni en colectivo. Cleveland cortó magistralmente el grifo Paul Pierce-Ray Allen y ambos jugadores nunca estuvieron cómodos en cancha y erraron infinidad de tiros.
En las filas bostonianas sólo se salvaron, por ser generoso, Kevin Garnett -19 puntos, aunque sólo 4 rebotes y 1 asistencia- y Rajon Rondo -18 tantos y 8 asistencias-. Un Rondo que fue el mejor reboteador de su equipo con 5 capturas. Eso lo dice todo.