Los Thunder van a más y los Lakers van a menos. Los dos partidos disputados en Oklahoma City han dibujado las más pesadas sombras sobre el equipo de Phil Jackson, que anoche fue arrasado por Kevin Durant y los suyos, un conjunto que transforma su juventud en energía.
Perdieron por 21 puntos de diferencia, pero pudo ser peor. Los Lakers fueron una marioneta en manos de un señor equipo dirigido por un entrenador, Scott Brooks, que ha comprendido que tiene que aprovechar el poder atlético de los suyos para jugar a toda velocidad ante un equipo más veterano y amparado en hombres altos importantes.
Oklahoma City 110 L.A.Lakers 89 (2-2)
¡Vaya baño!. Tremendo partido el que se marcaron los Thunder para equilibrar a 2 la serie y dejar a su rival sorbido por un mar de dudas. Y el baño fue de principio a fin, sin miramientos. Porque el equipo de Brooks está repleto de una insolente juventud, una maravillosa impostura que está poniendo en serios aprietos a unos Lakers que no son ni la sombra de lo que deberían ser.
El rango de agresividad de unos y otros no tiene comparación; el plus de velocidad en el juego de los de Oklahoma apenas puede ser respondido por el conjunto angelino. Jugadores como Durant, Westbrook, Harden o Ibaka siguen creciendo sin freno alguno.
No hubo color. La defensa de los Lakers fue un coladero. Entre otras cosas, porque la mayoría de las veces ni siquiera tuvo tiempo de posicionarse en la pintura. La celeridad del juego local dejó en cueros el débil entramado defensivo de los visitantes.
El inicio fue bien indicativo. El primer cuarto constituyó todo un catálogo de lo que sería todo el partido. La grada -una enorme mancha blanca fundida con el color de su equipo- fue otra vez una olla a presión, una locura. Nada que ver con el frío glamour del Staples Center. Y el equipo local fue un reflejo de sus aficionados o viceversa, porque ambos se retroalimentaron en una vorágine que terminó engullendo a unos Lakers timoratos.
Primer cuarto: 29-17. Los Lakers fallando en demasía, incapaces de superar la intensidad defensiva local. Y arrasados en los tableros, donde los Thunder, más bajos, suplieron con agresividad y trabajo su falta de centímetros.
Y Bryant. Pues no se sabe en qué estaba pensando en ese inicio de partido. La estrella de los Lakers no tiró a canasta en todo el primer cuarto. Su primer lanzamiento no se registró hasta que no habían transcurrido 15 minutos de juego y su equipo ya perdía por 15. Y no fue porque no tuviera ocasión de lanzar. Está bien intentar involucrar a tus compañeros, pero anoche Kobe se pasó de rosca. Además, no está bien, no se le ve bien físicamente, no es el Bryant letal de otras veces.
El jugador clave del partido fue Russell Westbrook, estelar toda la serie. El base local imprimió un ritmo de juego que sacó del partido a los dos 7 pies de los Lakers -Gasol y Bynum-, y eso que fueron los dos máximos encestadores de su equipo, pero sólo con 13 puntos cada uno.
Westbrook estuvo brillante. Hizo 18 puntos, 8 rebotes y 6 asistencias en 29 minutos, pero lo mejor fue ver cómo manejó el tempo del partido.
Durant también fue vital, en defensa y en ataque. Terminó con 22 puntos y sólo precisó 12 tiros a canasta. Y Harden, en crecimiento constante, agresivo y directo, también resultó capital en el despegue de los suyos (15 puntos, 5 rebotes y 4 asistencias en 24 minutos).
Si a ello le añadimos la mejora de Green -aunque estuvo irregular en el tiro-, la solidez de Ibaka -excelente en el terreno defensivo-, la más que correcta actuación de Maynor o la tarea defensiva de Sefolosha y Collison tenemos un equipo, un señor equipo que fue capaz de jugar a gran velocidad y sólo extraviar 8 balones. Velocidad y precisión, un binomio imbatible que llevó el marcador a un 55-42 al descanso y un inapelable 86-64 al final del tercer cuarto. Las estrellas descansaron en la recta final.
Los Lakers, mal, rematadamente mal, rozando el ridículo, ofreciendo una imagen imposible para un campeón. Gasol y Bynum no se impusieron. El español jugó su peor partido. Anotó 8 puntos en el primer cuarto para luego desaparecer (13 puntos y 4 rebotes) y anduvo peor que nunca en el rebote, faceta que había dominado hasta la fecha con comodidad. Bynum (13 y 10 rebotes) fue el mejor de su equipo, pero no explotó.
Fisher, junto a Bynum, fue de los pocos que se salvó. Ha dado un paso adelante, paso que no han dado otros. Bryant, anoche, estuvo desastroso y sorprendentemente indolente, Artest no aporta nada en ataque, Odom y Brown mejoraron, pero no lo suficiente, y el equipo como colectivo no funcionó.
Los locales lanzaron 48 tiros libres, los visitantes 28. Se podrá decir que el arbitraje tuvo tintes caseros, cierto es, pero esa diferencia tiene su origen más en la agresividad local y la pasividad visitante, en la naturaleza salvaje del juego de los Thunder y la propensión acomodaticia del de los Lakers, que tendrán que cambiar el chip para ganar y demostrar que son mejores. Y ese cambio tiene que ser ya.