El futuro deportivo y lo que es peor, personal, de Allen Iverson parece lleno de negros nubarrones tras las revelaciones de Gary Moore, asesor financiero y persona de la máxima confianza del jugador. Problemas de todo tipo se acumulan en la vida de la estrella de la NBA.
Según publican los medios norteamericanos, a la grave enfermedad de una de sus hijas, se suman los problemas del jugador con el alcohol y el juego, unos problemas que han llevado a su mujer, Tawanna, a solicitar el divorcio y pedir la custodia de sus 5 hijos.
El estilo de vida de Iverson nunca fue un ejemplo. Siempre rodeado de una cohorte de amistades poco recomendables y protegido por un grupo de matones dispuestos a liarla allá por donde pasaban, los excesos de su vida más allá del baloncesto parecen estar pasándole factura.
El jugador tiene prohibida la entrada en los casinos de Detroit y Atlantic City por sus problemas con el juego y su demasiado activa vida nocturna, junto con sus problemas familiares, parecen haberle sumido también en una peligrosa relación con el alcohol. Su estilo de vida, sus errores y su evidente falta de preparación para la vida después del baloncesto no parecen augurar nada bueno en el futuro del escolta de Virginia.
Con su carrera deportiva prácticamente acabada, pocos apuestan por su regreso a las canchas, Iverson va camino de convertirse en el prototipo de jugador NBA que dilapida la fortuna acumulada durante su carrera para acabar acaparando las páginas de sucesos. Aún tiene tiempo de rectificar, pero habrá que ver si puede.