Los Celtics necesitan un respiro. Con 35 partidos jugados –más que nadie en la NBA–, los de Doc Rivers empiezan a ser conscientes de la importancia de dosificar las fuerzas. Tras 19 partidos consecutivos pasando por encima de sus rivales –récord histórico de la franquicia–, la vorágine de viajes, aviones y partidos en días consecutivos ha podido con la maquinaria mejor engrasada de la NBA.
El día 25, los Lakers subieron su autoestima en la reedición de las finales de 2008 (92-83 para los californianos). Un día después, en Oakland ante Golden State, los Celtics volvieron a caer. Sólo Sacramento (8-24), uno de los peores este año, permitió un respiro antes de una nueva derrota, la última del año, ante los Blazers de Portland. En total, tres derrotas en la gira de cuatro partidos por el Oeste. "Íbamos con la mentalidad de volvernos con un 4-0, y obtuvimos un 1-3", decía un resignado Doc Rivers tras el último partido del año.
El entrenador sabe que la temporada es una carrera de fondo en la que hay altibajos, pero este año, como siempre, tener el factor campo en los playoffs puede resultar decisivo y no sólo en una hipotética final ante Los Angeles Lakers. Los Cavs de Lebron James son ya una amenaza real, después de un aviso en forma de séptimo partido en la semifinal de conferencia en 2008.
Aquel día, Cleveland se quedó a 5 puntos de eliminar al Big Three (97-92 para los Celtics) en un duelo épico entre King James (45 puntos) y Paul Pierce (41). La historia de ese partido hubiera cambiado de manera decisiva si se hubiera jugado en el estado de Ohio. Bendito factor campo.
El último tropiezo de Boston –cuatro derrotas en los últimos diez partidos–, la pasada madrugada ante los Knicks, no hace más que confirmar la dureza de una liga en la que nadie es imbatible y la tendencia negativa de quienes parecía que iban a alcanzar el mítico récord de 72-10 de los Bulls del 96.
New York, un equipo histórico venido a menos con más lucha que calidad y con la cabeza puesta en el año 2010 y en Lebron James, solventó con victoria el paso por el Madison de los actuales campeones. Los Lakers, que ganaron a Portland y vuelven a entonarse en los últimos partidos, regresan al liderato de la NBA mientras Boston se desinfla y sufre su particular crisis.
Pero para ganar a los californianos en la final hay que llegar a la final, y el Este (Detroit, Orlando pero, sobre todo, Cleveland) se vende a precio de oro esta temporada. Y la final de conferencia podría ser más dura que la propia final. Desde luego, no será un paseo.